La sátira vidente

Isabel Segovia
09 de enero de 2019 - 05:00 a. m.

A raíz del episodio de un congresista solicitando la censura del Carnaval de Negros y Blancos en Pasto por utilizar la sátira para referirse a nuestros gobernantes, se evocó, no solo la declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial del carnaval por la Unesco, sino el valor de la libertad de expresión. Pensando en la sátira, es casi obligatorio recordar al grupo argentino Les Luthiers, que desde hace 50 años retrata la realidad política latinoamericana, haciéndonos llorar de risa y de tristeza por nuestra situación. Mirando las noticias colombianas, varias de sus obras parecen escritas ayer.

Por ejemplo: a propósito de líderes políticos que mienten sobre títulos y experiencia en sus hojas de vida, y de sus seguidores que se han convertido en fanáticos, podemos citar la introducción de la obra Perdónala, donde cuentan que las memorias del compositor Johann Sebastian Mastropiero son un plagio de la autobiografía de Günther Frager. Mastropiero fue descubierto de forma ridícula por no haber eliminado el capítulo titulado “Mastropiero es un miserable”. Sin embargo, sus adeptos no creen y atribuyen esos cuestionables comportamientos a Frager.

Otro buen ejemplo con el renombrado maestro Mastropiero es cuando decide componer para la campaña electoral del señor Ortega, porque, como varios de nuestros políticos, siempre supo poner por encima de los mezquinos intereses partidistas los supremos intereses personales y ha sido incapaz de una traición, incapaz de una falsa promesa, básicamente, un incapaz.

Y ni hablar del episodio cuando se conforma la Comisión de Mantenimiento y Actualización Permanente de la Canción Patria (CMAPCP), encargada de actualizar el himno nacional. Contratan a un músico mediocre, por una módica comisión del 80 % y le solicitan incluir en el himno la referencia a un enemigo que una a la patria, pues el anterior, España, ya es muy antiguo. Descartan a Estados Unidos porque ha sido el principal propulsor de la actual democracia y de las anteriores dictaduras y escogen como enemigo común a Noruega. ¿No les recuerda la necesidad de reemplazar a nuestro antiguo enemigo, las Farc, por uno nuevo? ¿Venezuela? ¿Los infinitos escándalos de corrupción? Y ¿a nuestra reinventada historia con los Estados Unidos?

Y para hacerle honor a nuestro sistema judicial, incluyendo la Fiscalía y su jefe, nada mejor que la obra Radio Tertulia, donde se informa que el Ministerio de Relaciones Exteriores no ha permitido la extradición del narcotraficante Freddy Consiglieri, para proteger a funcionarios locales con los que tiene conexiones. En rueda de prensa el designado del Gobierno afirma que no se le ha probado nada, y sobre las acusaciones de mandar a matar a su esposa, suegro y dos cuñados, concluye que todo el mundo tiene derecho a rehacer su vida. Más adelante informan que la testigo clave no se presentó a declarar pues la mordió una víbora y se asevera que es la amante del portavoz del Gobierno. Ante la indignación pública, el portavoz sería destituido y encarcelado por sus grandes delitos o bien… nombrado ministro de Justicia.

Así, muchos fragmentos de la obra de Les Luthiers reflejan a Colombia y a aquellas democracias envueltas en niveles críticos de corrupción. Qué sería de ellas si además se censurara la sátira, que es una forma sana de aliviar la realidad, realidad que supera permanentemente a la ficción.

 

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