Opinión

La transformación del mundo laboral

Columnista invitado
31 de julio de 2019 - 03:00 a. m.

Por: Alicia Arango*

La transformación tecnológica que estamos viviendo, que avanza a pasos vertiginosos, plantea desafíos laborales y distributivos de política pública que exigen reflexión y análisis en asuntos tan sensibles como la pertinencia en la formación básica y profesional, la reconfiguración de las relaciones del trabajo y la protección social, entre otros. Para Colombia es un imperativo abordar el tema porque las nuevas realidades del mercado laboral en un mundo globalizado desbordan la legislación, y es preciso responder a los nuevos requerimientos para avanzar en la garantía del trabajo decente y la seguridad social para millones de colombianos.

El reciente caso suscitado en la empresa Rappi por las reclamaciones de algunos de sus trabajadores no solo aboca al Gobierno Nacional a reglamentar las denominadas plataformas tecnológicas o digitales de bienes y servicios, sino que debe servir para abrir el debate sobre los retos que plantean la inteligencia artificial y la dinámica del cambio tecnológico para el trabajo.

En consonancia con el artículo 205 del Plan Nacional de Desarrollo (PND), el Gobierno presentará un proyecto de ley a consideración del Congreso, el primer trimestre del año próximo, para reglamentar las plataformas digitales de servicios, en particular en lo que respecta a la seguridad social, habida cuenta de que la nuevas formas de vinculación entre trabajadores y empresas que utilizan dispositivos digitales como Rappi evidencian la necesidad de hacer ajustes a las normas en materia laboral. Esto con el fin de que los colombianos que trabajan a través de estas modalidades de negocio cuenten con las coberturas necesarias en materia de salud y de ahorros para la vejez. El piso de protección creado mediante el PND da un paso gigantesco en el camino de brindar protección a quienes perciben menos de un salario mínimo mensual, como es el caso de muchos trabajadores de este sector, por dedicarse a sus trabajos en tiempo parcial. En este esquema, que incluye los beneficios del régimen subsidiado de salud, el empleador o contratante aportará el equivalente a un 15 % de la remuneración del trabajador, para que constituyan un ahorro en los Beneficios Económicos Periódicos (BEP), que adicionalmente otorgan un beneficio de 20 % sobre lo ahorrado a los beneficiarios que opten por acceder a una renta vitalicia a su edad de retiro.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ha pronunciado sobre la necesidad de adecuar normativamente el uso de las plataformas tecnológicas para promover el empleo decente, como estamos empeñados desde el Gobierno Nacional, pues a escala mundial, tan solo el 35 % de las personas que laboran en estas plataformas pagan seguridad social.

El impacto de la inteligencia artificial (IA) y del aprendizaje automático en la vida económica, laboral, social, política y cultural va a transformar en el mediano plazo sustancialmente la manera en que vivimos en el mundo entero.

La dinámica del trabajo como consecuencia del desarrollo tecnológico e informático, que globalizó las relaciones económicas, denota nuevas características. En su trabajo bibliográfico “21 lecciones para el siglo XXI”, el historiador israelí Yuval Harari detalla con ejemplos el impacto que ya tienen la IA y la robotización. En vez de comprar una camisa en Medellín y enviarla a Estados Unidos, hoy se puede adquirir en línea en Amazon el código de la prenda e imprimirla en Nueva York. Las grandes tiendas de marca pueden ser sustituidas por centros de impresión 3-D que se pueden instalar en cualquier parte del mundo. Próximamente, cuando se llame al centro de atención al cliente en nuestra ciudad para solicitar mantenimiento de la nevera de la casa, muy seguramente no nos responda una persona sino un representante de la IA en la nube de Google (cuyo acento y tono estarán ajustados a nuestras preferencias). Es más, Harari pronostica que para el año “2050 no solo la idea de un trabajo para toda la vida, sino también la idea misma de una profesión para toda la vida podrían parecer antediluvianas”.

Según el McKinsey Global Institute, hacia el 2055 estaría automatizado al menos el 30 % de las tareas en 60 % del total de ocupaciones en los países de la OCDE y en Estados Unidos, y el Boston Consulting Group predice que para 2025 el 25 % del empleo sería reemplazado por software inteligente o robots en el Reino Unido.

No se trata de ser alarmistas con estos pronósticos respecto a la situación laboral a futuro, pues las diversas investigaciones sociales permiten derribar algunos mitos y creencias, como un posible auge del desempleo y una obsolescencia del trabajo humano, pero sí es preciso llamar a la reflexión y al debate sobre los desafíos laborales que nuestras sociedades enfrentan en cuanto a la automatización, la incidencia de la economía digital en las actividades de bienes y servicios, y el crecimiento de nuevas formas de trabajo independiente. El Sistema Nacional de Cualificaciones creado en el Plan de Desarrollo está concebido precisamente para dar fuerza a una formación para el trabajo pertinente, en coordinación constante con las necesidades del sector productivo.

La OIT, en su más reciente informe “Trabajar para un futuro más prometedor”, considera que “los avances tecnológicos —la inteligencia artificial, la automatización y la robótica— crearán nuevos puestos de trabajo, pero quienes van a perder sus trabajos en esta transición podrían ser los menos preparados para aprovechar las nuevas oportunidades”.

Tanto desde el punto de vista de la pertinencia de la formación para el trabajo, como de la protección social de los trabajadores, los retos en Colombia son significativos, y el PND ha generado las herramientas para enfrentarlos en la dirección correcta.

Ministra de Trabajo.

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