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La Universidad Alfonso Borrero - Su obra completa

Hernando Roa Suárez
29 de octubre de 2008 - 02:02 a. m.

Con la presencia del Viceministro de Educación, Gabriel Burgos, del Provincial de los Jesuitas en Colombia, Franciso de Roux, del Rector de la Javeriana, Joaquín Sánchez, del Exrector, Gerardo Remolina, del Cardenal Pedro Rubiano, del ex presidente Ernesto Samper, de los Vicerrectores y Decanos javerianos, de Ascún, y de un selecto grupo de rectores, ex rectores y decanos de universidades públicas y privadas, acaba de ser presentada la obra completa del Maestro Alfonso Borrero Cabal, S.J.

La sesión académica se efectuó en el auditorio Félix Restrepo, y se constituyó en un acto solemne que contó con la eficiente organización de Carlos Cuartas.  Fue una reunión en torno a los 7 tomos que recogen el reconocimiento de la Compañía de Jesús y de la Universidad Javeriana a un colombiano y latinoamericano ejemplar, que inició su carrera como profesor universitario en las antiguas Facultades Femeninas, dirigidas por esa persona excepcional que fue la Hermana Ana Gertrudis, en 1962, cuando “no sabía nada de universidad”.  Conocí a Alfonso Borrero Cabal, a los 2 años de haber comenzado esta labor, y quiso el destino que nos encontráramos –siempre universitariamente-  en distintos momentos y escenarios de nuestra inacabada y bella labor de aprender a aprender con los educandos.

Quien revise las publicaciones universitológicas latinoamericanas encontrará en estos estudios sobre los orígenes, dinámicas y tendencias de la Universidad, un aporte sustantivo a la comprensión de un tema vital para nuestra historia como Nación y el papel que esta institución ha tenido en los procesos del desarrollo mundial. En apropiadas intervenciones de Franciso De Roux, Joaquín Sánchez, Gerardo Remolina, Patricia Martínez y Guillermo Páramo, se destacaron el talante humanista del autor; su concepto de la interdisciplinariedad; la Universidad como institución social; y el concepto de autonomía universitaria.

El conocimiento y estudio de la obra que comentamos son, en sí mismos, una invitación a prolongar creativamente su Simposio.  Pues bien, en buena hora sabemos que él continuará. Allí será un espacio excepcional para leer, releer y ampliar los tomos impecablemente editados por Javergraf. Anhelo entonces que, en los próximos 50 años, se analice paradigmáticamente cómo, el aporte de Alfonso Borrero, marcó un hito en el esfuerzo por significar el papel decisivo de la Universidad en la sociedad.

La vida y obra de este ex rector magnífico, es una confirmación de que, en medio de tantas superficialidades, consumismos e injusticia social estructural, bien vale la pena consagrar la existencia a la comprensión y el desarrollo teórico-práctico de la Universidad.  Porque “es allí, sostuvo Guillermo Páramo, donde se debe pensar lo que ella debe ser, y para que ello sea viable, debe tener el poder para serlo, y ese poder es su autonomía.  Este es el concepto que compromete a la Universidad”. Y para facilitar que el sueño que es la Universidad, sea posible, necesitamos que quienes las presidan se distingan por la excelencia de su intelligentzia social, de tal manera, que inviten –con sentido de grandeza- a construir y reconstruir, en forma permanente,  el saber universal que reposa en estas casas de estudio, investigación y proyección social.

Frente a la labor de esta personalidad, quizás se presente oportuno, hoy como ayer, reflexionar sobre el maestro.  Pienso que el maestro es un mediador que dinamiza la conciencia creativa del educando, invitándolo al ejercicio profundo y responsable de su libertad. Ser reconocido como maestro, se me presenta como el resultado de un bello proceso en que hemos aprendido con nuestros educandos a realizarnos como seres humanos integrales. Para ser aceptados como maestros, tenemos que alcanzar el mérito de haber aprendido el arte de enseñar, habiendo ejercido la vocación con cuidado, constancia y conciencia crítica.

El maestro no es un negociante del bello proceso de aprender a aprender con nuestros educandos; no es un descrestador; es un ser en búsqueda inagotable de conocimiento y de sabiduría; es un ser que facilita los caminos para ser superado por sus educandos. Es una persona en búsqueda de la verdad que está en función permanente de enseñar, investigar y servir para innovar y orientar la vida social, desde el interior de su vocación y disciplina. El maestro construye… fertiliza la realidad compleja e inagotable de lo humano. Su ejemplo es el mejor de los discursos.

Y Alfonso Borrero afirmó:   “Llegar a ser maestro no es aparición repentina y ofuscante. Es muy lento amanecer tan prolongado como la propia vida, que no conocerá ocasos. Ser maestro es algo que define una existencia en viaje reversible hacia el saber y la verdad. La obra del maestro persiste más allá de los linderos del tiempo y del espacio. Distante o ausente, su obra perdura. Muerto, influye aún en quienes nunca lo conocieron. Con el hombre, cuando muere, se enmudece su cultura personal. La del maestro desaparecido persevera, maestra, como recuerdo eficaz”.

“Maestro y discípulo coinciden en trechos de la vida. Saben que en el mantenimiento de la tradición, el alumno sucederá al maestro para transmitir las voces de la verdad. Al contacto con el maestro, el discípulo se reconcilia con la vida, y al contacto con el discípulo, el maestro se reconcilia con su muerte."  Él, amaba lo que hacía; lo disfrutaba y lo hizo fecunda y éticamente, como corresponde a quien sirve al saber universal. ¡Sí, Alfonso Borrero Cabal, fue un Maestro!

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