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La vacuna de Pound

Julio César Londoño
20 de junio de 2020 - 05:00 a. m.

Ezra Pound despreciaba la crítica literaria de su tiempo. Le parecía gaseosa y carente por completo de criterios propios. Tanto, que debía tomarlos prestados de otras artes (musicalidad, ritmo, tono, forma) y ocuparse con una ingenuidad maravillosa del «equilibrio», la «armonía», «lo sublime» y otras virtudes dominicales. Entonces se propuso fijar unos criterios claros de apreciación literaria y sintetizar una vacuna contra «los adornos del lenguaje y los gusanos del espíritu, como el totemismo monoteísta y la adoración a Shakespeare, temas demasiado difundidos en los salones cultos».

Empezó diciendo que había tres «clases de poesía»: melopeia, o arte de cargar las palabras más allá de su significación ordinaria; phanopeia, proyección de las imágenes sobre la imaginación visual, y «logopeia, o la danza del intelecto entre las palabras», algo que podemos traducir hoy como la diversidad de sentidos que conlleva de manera inevitable el lenguaje en virtud de la ironía, las acepciones, resonancias, el contexto y los hábitos de uso.

Nota: en realidad Pound no estaba clasificando los poemas sino resaltando las aristas del lenguaje que más le interesaban: la fuerza, las imágenes y la polisemia. Le atraían muchos los asuntos técnicos porque estaba traduciendo poemas chinos al inglés en compañía del famoso orientalista Ernest Fenollosa, una labor meritoria si tenemos en cuenta que Pound no conocía una gota de chino.

Como sabía que el mundo y la literatura estaban podridos de religión, avaricia y mala preceptiva, envasó un brebaje potente, la «Vacuna»:

«Lo primero es arrojar por la borda a los críticos que usan términos vagos. Exigirles un diccionario de todos sus términos generales y su ideografía, una lista de las obras que consideran buenas, válidas, aceptables o insignificantes».

Lo segundo es la Vacuna propiamente dicha; una lista de autores imprescindibles: «Confucio en la versión francesa de Paulthier. Homero completo, pastiches latinos. Ovidio y los poetas latinos personales (no hay versión útil de Cátulo). Una selección de canciones provenzales con comprobaciones de los Minnesinger y de Bion; unos 30 poemas en total. Dante y su círculo, es decir, Dante y 30 poemas de sus contemporáneos, la mayoría firmados por Guido Cavalcanti. Villón y un esquema general de la historia del pensamiento en el Renacimiento. Voltaire, sus estudios críticos. Omitir sus tentativas novelescas y dramáticas. Stendhal, al menos libro y medio».

«Repartido en un periodo de tres o cuatro años, un programa así no recargará al estudiante. Una vez vacunado, podrá ser expuesto sin peligro al modernismo o a cualquier otro accidente literario. No correrá el riesgo de perder la cabeza y atribuir un valor desproporcionado a obras de intensidad secundaria. Tendrá ejes de referencia claros y por entero confiables».

Nota biográfica. Ezra Pound (Idaho, 1885 - Venecia, 1972) fue secretario de W. B. Yeats en Londres y el primer promotor de la obra de Joyce en Europa. Una melena enmarañada y roja coronaba sus seis pies de estatura. Despreció las florituras, el barroco y el romanticismo. Prefirió el verso libre y la austeridad del estilo, y definió la poesía como un lenguaje muy cargado de significación. La Segunda Guerra lo sorprendió en Italia y se dedicó a lanzar arengas radiales contra la avaricia, la causa semita y la barbarie norteamericana. Al final de la guerra cayó en manos de tropas estadounidenses, fue exhibido en una jaula como un animal furioso, condenado por traición a la patria e internado en un manicomio. La sede del partido fascista italiano lleva el nombre de Casa Pound en honor de esta inclasificable criatura.

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