La victoria de López Obrador en México

Aldo Civico
04 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

En México, Andrés Manuel López Obrador ganó de manera disruptiva, venciendo a la política tradicional. Ganó por la frustración de los mexicanos con la corrupción y la violencia, y por su mensaje populista. Pero no fue sólo por eso: ganó también porque en Ciudad de México demostró que sabe gobernar.

Personalmente, pude apreciar la extraordinaria destreza política de López Obrador ya hace algunos años, cuando estuve en la casa de un amigo empresario de Monterrey. Las diferencias que tenemos —más conservador él, más liberal yo— nunca fueron un impedimento para estimar profundamente a mi amigo, quien, lejos de la atención mediática, ha promovido, con proyectos innovadores, el acceso a estudios universitarios para las personas de estratos más bajos. Es decir, un empresario exitoso que siempre ha sido sensible al tema social.

En aquella tarde, mi amigo me contó que en su casa, unas semanas antes, había estado el presidente Álvaro Uribe, a quien él mismo había invitado a Monterrey para hablar de seguridad. Me habló de Uribe con genuina admiración. Por eso me quedé sorprendido cuando me anunció que se iba a meter de lleno en la campaña de López Obrador, como uno de sus principales estrategas. Me pregunté cómo era posible que un empresario multimillonario pudiera al mismo tiempo tener admiración por Uribe y por López Obrador.

Entonces le pregunté, llevado por la curiosidad. Fue un amigo en común quien los presentó en el 2011, a pesar de que mi interlocutor durante mucho tiempo no quiso encontrarse con López Obrador. Tenía la impresión de que era alguien con ideas anticuadas. Pero después de haber estudiado profundamente la gestión de López Obrador como alcalde de Ciudad de México (“le hice el estudio que se hace como si estuviera comprando un negocio”, me confesó mi amigo), se convenció de que era un excelente operador y que tenia una visión clara. Se reunieron en la casa del hoy presidente electo y hablaron largo. Finalmente, López Obrador lo invitó a hacer parte de su equipo de trabajo. “Es un líder social con visión, pero que no levanta a la gente en contra de alguien, sino que tiene la capacidad de unir a México,” dice hoy mi amigo. En otras palabras, López Obrador es un líder social, con ideas de izquierda, en el cual se puede confiar porque su trayectoria ha demostrado el respeto que tiene por la propiedad privada y el Estado de derecho, y su retórica no se alimenta de una cultura de la confrontación. Es un líder puente.

Pienso que, a mi amigo, quien siempre tuvo buenas relaciones con la jerarquía de la Iglesia católica, también lo tranquilizaba el hecho de que López Obrador tiene posturas conservadoras frente a temas como el matrimonio gay, el aborto y la legalización de drogas; por eso gozó también del apoyo del partido político de los evangélicos.

Observando la experiencia de mi amigo, siempre tuve la percepción de que etiquetar a López Obrador como a un populista de izquierda era algo reductivo. Al contrario, el presidente electo de México es un líder pragmático, intuitivo, perspicaz, que supo aprovechar la coyuntura para proponer una visión ganadora, lo que México necesita hoy para enfrentar sus desafíos. Mi amigo, Alfonso Romo, lo acompañará como su jefe de gabinete.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar