La vulneración de la democracia

Salomón Kalmanovitz
04 de noviembre de 2019 - 00:00 a. m.

En las elecciones del 27 de octubre la gestión y el modelo de ciudad de Enrique Peñalosa fueron estruendosamente derrotados. Su pupilo y continuador de la impopular pero ineficiente obra, Miguel Uribe Turbay, sacó menos de una sexta parte de la votación, siendo superado incluso por el que dijo Petro. Con un 85 % de la ciudadanía en contra de su proyecto de ciudad asfixiada en cemento, que favorece a sus urbanizadores amigos y que liquida humedales de la ciudad; insistiendo en un Transmilenio que ha probado ser tan insuficiente como buen negocio para los vendedores de buses Volvo, obsoletos y contaminantes; con un metro elevado que no cubre ni una quinta parte de la ciudad, es inaudito que haya pretendido aprobar por decreto el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de la ciudad por los próximos 12 años. Por fortuna, se hundió en el Concejo. Pero el alcalde parece convencido de que su período de elección fue la eternidad.

Según la organización Bogotá Cómo Vamos, en el POT “todo lo que (…) se apruebe tendrá un impacto en el bienestar ciudadano: el desarrollo de infraestructura, el uso que se le otorgue al suelo, la renovación urbana, la construcción de vivienda nueva, las estrategias para la consolidación y el fortalecimiento de la actividad empresarial y la creación de nuevos equipamientos”.

El programa de Claudia López de urbanización acotada a las necesidades de sus habitantes, de una red de transporte que tiene como eje el metro —que no Transmilenio — y que incluye tren ligero y trenes de cercanías, fue aprobado por la mayor votación en la historia de la ciudad. Ella se propone utilizar los dineros ahorrados por la suspensión de la troncal de Transmilenio por la Séptima —aunque haciendo algunas de las obras que la harán una vía rápida con menos semáforos— y sobre la avenida 68 en la que insiste Peñalosa, para financiar la extensión del metro hasta Suba y Engativá.

El alcalde leñador no solo irrespeta la voluntad popular, sino también los mecanismos legislativos que garantizan la discusión y la negociación de intereses frente al POT en el Concejo Distrital. Vulnera la democracia popular y también la democracia económica: consiguió a un par de concejales ponentes, ambos quemados en sus intentos de reelección, que impidieron su llegada a la deliberación y aprobación tanto de la comisión correspondiente como de la plenaria. El POT del alcalde saliente proponía arrasar con barrios tradicionales de la capital para construir en altura y expandir la ciudad para que siga devorando la verde sabana que nos circunda hacia el norte y el occidente. El mero anuncio del despropósito había desvalorizado los predios de los barrios señalados que el ilegítimo pretendía llenar con asfalto y torres de concreto y vidrio.

Se trata también de un plan basado en falsos supuestos: su proyección de población es de 8,2 millones en 2018, pero el censo de población de ese año dio 7,4 millones, 800.000 personas menos que no demandarán vivienda en forma tan exagerada como la supone el dictador mayor.

Hay políticos constructivos y los hay destructivos. Peñalosa destruye lo que otros han construido, como los estudios del metro subterráneo que dejó Petro y la carrera Séptima peatonal que lleva cinco años sin terminarse y que todavía bloquea el acceso al centro de la ciudad, arruinando sus comercios. Ahora también pretendía impedir que su sucesora pueda implementar el programa que cuenta con el claro mandato de la ciudadanía que la eligió.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar