Las cartas sobre la mesa

Jorge Iván Cuervo R.
22 de marzo de 2018 - 11:00 p. m.

Ya están listas las cartas para la elección presidencial luego de las consultas interpartidistas, las cuales dejan a Iván Duque y a Gustavo Petro como primeras opciones, un centro político que se debilita con Fajardo y De la Calle, y un Vargas Lleras a quien no parece alcanzarle con la maquinaria.

El relato de la entrega del país a las Farc como consecuencia del acuerdo quedó desvirtuado y los candidatos empiezan a buscar otros discursos, como el del fantasma del castrochovismo —otra gran falacia— o el de la lucha anticorrupción. A estas alturas, puede decirse que tanto Fajardo como De la Calle se equivocaron en no haberse sometido a consulta este pasado 11 de marzo, perdieron exposición mediática y la posibilidad de presentar sus propuestas en una especie de antesala de la elección presidencial. Hoy ni siquiera una alianza a destiempo asegura su paso a segunda vuelta.

La falta de sintonía de estos dos candidatos con la búsqueda de un centro político, que dice poco al electorado, ha facilitado la consolidación de una polarización política entre Duque y Petro, la cual muchos que han querido presentar como una polarización entre sectores ideológicos claramente definidos en derecha e izquierda. Pienso más bien que el eje del debate será entre candidatos sistema vs. antisistema y, en ese sentido, todos los candidatos con alguna posibilidad son identificados prosistema, menos Petro, que se las ha ingeniado para desarrollar una retórica y una imagen que recoge el hastío y el cansancio por la corrupción, la politiquería y la falta de sensibilidad de dicho sistema por los más vulnerables, más allá de su mal desempeño como alcalde de Bogotá.

Todos le hacen el feo a Petro, la derecha porque lo pinta como la transfiguración del castrochavismo; y los sectores proclives al acuerdo —que ya no es consistente llamarlos de centro izquierda— porque consideran que es el candidato más fácil de derrotar por Duque en segunda vuelta, lo que implica que no lo apoyarían bajo ninguna circunstancia ante esa eventualidad.

Sistema-antisistema, continuidad o cambio y, en ese eje de discusión, la fórmula Petro/Robledo hacen la diferencia. Todos los otros candidatos con posibilidades reales (no cuentan los del 1% de intención de voto) son percibidos como continuidad. Humberto de la Calle reafirmó esto eligiendo a Clara López como su fórmula; Vargas con Pinzón, siendo esta dupla la peor continuidad en términos de marketing político: la de Santos; Duque con Marta Lucía Ramírez, la ministra de Defensa de la operación Orión, la del uribismo primigenio que alguien como Duque quiere superar; y Fajardo, que no ha logrado neutralizar su insustancialidad con el ruido de Claudia López.

Salvo que haya un hecho político extraordinario, es difícil que se revierta la tendencia de ver a Duque y a Petro en segunda vuelta. Un primer hecho sería que Vargas logre inventarse la idea de ser una especie de tercería, para lo cual tendría que enfatizar su compromiso con la preservación del acuerdo con las Farc, y por esa vía hasta podría tener el guiño presidencial, y de paso mermeladita; otro, que Fajardo, De la Calle y Petro agudicen la imaginación política y encuentren una fórmula de convergencia que no implique el sacrificio político de Petro o, finalmente, que el uribismo se ponga las pilas como Uribe en el 2002 y gane en primera vuelta.

Una pregunta final para contribuir a identificar esa fórmula mágica de una posible convergencia democrática ¿Qué incentivos tiene Petro para renunciar a su candidatura? Ninguno, por ahí deben empezar las negociaciones.

@cuervoji

 

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