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Las estrellas de la discordia

Columnista invitado EE
28 de septiembre de 2012 - 11:00 p. m.

El presidente de Millonarios, Felipe Gaitán, ha puesto sobre el tapete la posibilidad de devolver las estrellas de 1987 y 1988. Argumenta que una institución limpia como la que se está construyendo no puede ostentar trofeos obtenidos de forma ilegal.

El anuncio se ha hecho sin ningún estudio que lo sustente. Simplemente “se sabe” que hubo dineros de origen ilegal y por tal razón pretenden limpiar el pasado de la institución.

La junta de Millonarios ignora su propia historia y por ello termina disparándose en el pie. Si lo que pretenden es borrar las estrellas obtenidas “ilegalmente”, deberían también devolver la de 1949 y quizás también la de 1951. Cuando ganó la liga de 1949 (ya con Di Stéfano), la colombiana era una liga pirata y las grandes estrellas habían llegado ilegalmente. La liga no se legalizó hasta octubre de 1951, mediante el denominado Pacto de Lima. Allí se acordó que los jugadores llegados ilegalmente podrían seguir hasta octubre de 1954. Después debían volver a sus clubes de origen.

Pero si lo que pretenden es borrar la historia para poder mostrar una hoja de vida limpia y pura, se equivocan. La historia no se borra. Se aceptan errores, se asumen las culpas, pero, oscuro o no, el pasado no puede ocultarse. Por eso Italia no ha devuelto los dos títulos mundiales que ganó bajo el ala protectora de Mussolini en los años 30. Famoso es el partido contra España en 1934, cuando al arquero español, el imbatible Divino Zamora, lo agarraron con las dos manos para impedirle saltar y facilitar el empate italiano. En la revancha, España no pudo presentar a siete jugadores, todos lesionados, incluido Zamora.

Millonarios cometió pecados, como muchos más en el torneo. Pero pagó sus penas. Desde 1991 es un equipo que se ha acostumbrado a deambular por la mitad de la tabla. Vive de glorias pasadas. Ninguno de los titulares del Millos de hoy sería siquiera suplente en el equipo campeón de 1987 o 1988. No hablemos ya de los grandes equipos azules de los 50 o los 60.

Si la junta quiere resarcirse, primero debe estudiar su propia historia. Seguir los pasos de, por ejemplo, la Iglesia católica, que preparó un gran informe histórico antes de pedir perdón por los actos de la Inquisición. Un estudio profundo debe decirle a los hinchas y a la sociedad qué fue lo que sucedió con Millonarios en esos años. Con esos resultados deben, si viene a cuento, pedir perdón por las acciones de aquellos que antes regentaban a la institución azul.

Devolver las estrellas no es limpiar el pasado, es esconder la cabeza como un avestruz. Si hoy la institución está limpia debe pedir perdón, si viene al caso. Pero para poder avanzar debe aceptar su pasado, por oscuro que pueda ser.

 

* Jorge Tovar, profesor asociado, Facultad de Economía, Universidad de los Andes

 

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