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Las finanzas y la cultura

Manuel Drezner
12 de febrero de 2009 - 02:20 a. m.

Una de las víctimas inocentes de los problemas financieros que vive el mundo, por los malos manejos de quienes se supone que sabían y resultaron no sabiendo mucho más que los ciudadanos del montón, ha sido la cultura.

En efecto, las fuentes de financiación de la cultura se han ido secando poco a poco ya que, de los presupuestos públicos a quien primero sacrifican cuando hay problemas son a las cuestiones culturales, y los mecenas privados tienen mucho problema propio como para permitirse subvencionar los eventos de la cultura.

Eso se ve desde el hecho de que las temporadas de teatro en los grandes centros del mundo como el Broadway neoyorquino o el Soho londinense están sufriendo por falta de inversores y porque el público simplemente no tiene dinero para asistir a esos espectáculos, hasta las limitaciones que están teniendo en todas partes instituciones culturales como orquestas, óperas y museos que normalmente dependen para su funcionamiento del erario público.

Ha habido voces que dicen que la cultura se tiene que financiar ella sola, pero lo cierto es que aun esta posibilidad ha llegado al límite. Cuando una entidad con tanto respaldo como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, ha tenido que cobrar por la entrada más de veinte dólares cuando en otros tiempos esa entrada era gratuita y en las casas de ópera precios de 150 euros son ya normales, y ven que con la presente situación económica la asistencia de público ha disminuido notablemente, es claro que no se puede aumentar el valor cobrado. De hecho, ya en los mencionados teatros de Nueva York, los precios de las boletas han disminuido en casi treinta por ciento esta temporada.

Lo cual nos trae a los casos locales, que siempre han sufrido por presupuesto insuficiente y en los que muchos muestran preocupación por lo que pasará este año. Aparte de casos, como algunos que sabemos, en que se dilapida el dinero público sin mostrar mayor cosa en cambio, la mayor parte de las entidades culturales del país depende del apoyo oficial y éste se usa de manera eficiente. Lo malo es que casi nunca lo que da alcanza para cumplir con los planes y de hecho en muchas entidades el presupuesto alcanza para pagar a duras penas los gastos de cada día, entre ellos los sueldos de los funcionarios, pero sin que se les permita realizar ninguna labor. Como los mecenas privados, por muchas razones, entre ellas la falta de estímulos tributarios que sí existen en otras partes, se están acabando, uno debe ver con preocupación las consecuencias de las crisis financieras y esperar que no suceda que, como de costumbre, la cultura sea la primera sacrificada.

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