Las formas del odio

Aura Lucía Mera
08 de mayo de 2018 - 06:00 a. m.

Una de las publicaciones más importantes de la Feria del Libro, alejada de los “best sellers”, de las ediciones de lujo, con solo 66 páginas de medio pliego, editada por Rey Naranjo Editores con el auspicio de Promigas, se llama Las formas del odio, escrita por Alonso Sánchez Baute.

Me tomo el derecho de reproducir algunos párrafos, para que los colombianos reflexionemos sobre lo que nos está pasando y el abismo que nos espera si votamos con la emoción y no con la razón en estas elecciones que ya llegan. Más aun cuando la “cristiandad” de Vivianne Morales pretende unirse a la ultraderecha de Uribe. Perdón, de Duque.

“En nuestro país lo que más indigna no es la corrupción, como podría esperarse, sino los temas asociados con la familia vistos con la mente deformada del fanatismo religioso. En este sentido, particularmente los politiqueros han sido los más hábiles para dirigir los reflectores a temas, por mencionar solo tres casos, el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, a la tal ideología de género o al derecho a una muerte digna”.

“Desde hace dos años, a propósito del plebiscito por la Paz y ahora en la contienda electoral, los cizañeros y los politiqueros se aferran al odio para ganar adeptos. No esgrimen argumentos ni ideas, solo gritan y ofenden porque saben que basta un disparo emponzoñado para atraer la atención mediática (...) explotan las emociones del ciudadano de a pie (...) el hater es ante todo un manipulador”.

“Las redes sociales no solo están erosionando la democracia, sino a la misma sociedad, a la forma como las personas se relacionan. Es increíble la seguridad con que se expresa el odio. Como si quien insulta conociera la víctima más de lo que ella se conoce a sí misma. (...) Con la consolidación de las redes, el discurso del odio se ha desbocado”.

“Cuando en Colombia alguien no contesta una afrenta, se dice que le falta caracter. Tener caracter es, aquí, sinónimo de gritos y amenazas, como aquella frase: le voy a dar en la jeta, marica”.

Repito. Reflexionemos.

Este librito pequeño, pero profundo y gigante, debería estar al alcance de todos los colombianos. El odio destruye, paraliza, envenena. El miedo igual. No caigamos en la trampa del odio fundamentalista ni en el temor del populismo barato. Existe el centro. Tolerante. Demócrata. Incluyente. Apostémosle a Colombia. No al desbarrancadero de la polarización.

Posdata I. “Si no se puede cambiar de país, cambiemos al menos de conversación”. James Joyce.

Posdata II. Presidente Santos: usted es el gobernante hasta el 7 agosto. Blinde los Acuerdos de Paz. ¡Sí se puede!

 

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