Las mujeres son buen negocio

Catalina Uribe Rincón
08 de marzo de 2018 - 04:30 a. m.

Los últimos Premios Óscar generaron mucha expectativa con respecto al papel de las mujeres, especialmente después de un año muy activo contra la violencia de género gracias al movimiento #YoTambién. De hecho, el presentador Jimmy Kimmel hizo varias referencias a Harvey Weinstein, el productor de Hollywood que fue expulsado de la Academia por acusaciones de abuso sexual. Pero el momento más emocionante fue el discurso de Frances McDormand, ganadora del Óscar a mejor actriz, quien pidió no sólo respeto, sino que hizo un llamado a los productores a que inviten a las mujeres, no a sus fiestas, sino a sus oficinas para financiarles más proyectos.

La verdadera inclusión no consiste solo en la igualdad moral. Por años la igualdad de género se ha abordado desde esta última dimensión dejando de lado el buen negocio que son las mujeres. Hace poco se anunció la noticia de que a partir de junio las mujeres de Arabia Saudita podrán conducir. Pero lo que en efecto es un avance muy grande en términos de libertad y derechos, lo es también en términos económicos. Como lo afirma Rachel Vogelstein en Foreign Affairs, incluso los países culturalmente más conservadores han empezado a reconocer que no es posible progresar si dejan de lado a la mitad del capital humano. Según el McKinsey Global Institute, acortar las barreras entre hombres y mujeres en el mundo laboral puede aumentar 12 trillones de dólares el PIB global para el año 2025.

La igualdad de género no es un proceso estático en donde se le quitan puestos a los hombres para dárselos a las mujeres. Por el contrario, se trata de multiplicar la fuerza productiva ampliando el espacio para incluir a todas aquellas personas que por razones políticas y culturales permanecen excluidas. Estamos tan concentrados en pensar si las mujeres son o no capaces de hacer ciertos trabajos que olvidamos el efecto multiplicador que ocurre cuando se impulsa a las mujeres a ser creadoras. Contra viento y marea, Hollywood ha logrado producir actrices como Meryl Streep, Katharine Hepburn e Ingrid Bergman. ¿Qué sería hoy del mundo del cine si los productores le hubiesen apostado también a guionistas, técnicas y directoras?

 

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