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Las paradójicas prioridades de Fecode

Isabel Segovia
02 de septiembre de 2020 - 05:00 a. m.

Comenzó la etapa de libertad condicional. Un avance, aunque nos recuerden permanentemente portarnos bien para no regresar al encierro. Sin embargo, nuestros niños, que ya pueden salir sin restricciones, siguen mal, pues del retorno a los colegios todavía nada. Y con esto, el progreso social y económico del país en las próximas décadas se verá fuertemente afectado.

En Chile, el Ministerio de Educación y el Banco Mundial demostraron que de seguir cerradas las instituciones educativas, habrá una pérdida de aprendizaje de hasta 95 % para los niños de menores recursos y de hasta 64 % para los más privilegiados. En Colombia la educación virtual en la ruralidad y en las zonas marginales es una falacia. En algunos municipios los maestros dejaron de conectarse, porque se estaban enlazando menos del 25 % de sus estudiantes. La educación para la mayoría se convirtió en tareas a través de guías impresas, sin ningún acompañamiento. Como lo mencionó el economista Roberto Angulo: “Mientras los colegios no abran, los hogares más desfavorecidos están sufriendo mínimo cuatro de las 15 privaciones de Índice de Pobreza Multidimensional.”

Bogotá en un día se retractó de iniciar el piloto de apertura de colegios en septiembre y lo retrasó un mes más. Culpa a la nación de esta decisión, pero el Gobierno afirma que nunca recibió solicitud de apertura. No obstante, lo más inaudito fue decidir que los colegios no abran dos días de la semana, privilegiando la apertura de otro sector. Así están las prioridades. Los niños regresarán a las aulas en alternancia, disponiendo de sólo cuatro días (incluyendo el sábado), es decir, irán al colegio cerca de dos veces al mes en lo que resta del año.

Al parecer priman los intereses personales o el miedo de quienes se oponen. La posición más decepcionante es la de Fecode, que se resiste a la apertura bajo la excusa de querer proteger a los maestros (proteger a los niños ahora pesa menos, una vez comprobado que son menos propensos a contraer el virus, que no lo transmiten más que los adultos y que la afectación por la inasistencia escolar es mayor). A pesar de su excusa, no los hemos visto exigiendo abrir colegios en los municipios no COVID-19.

Un sindicato de un gremio de mujeres, que siempre ha sido manejado por hombres, sin vergüenza decide vulnerar el derecho a la educación de los niños. Asume como triunfos decisiones como la de Barranquilla, de dejar los colegios cerrados por el resto del año. Tan absurdo como si los gremios de médicos se opusieran a atender pacientes con COVID-19 para proteger al personal de la salud. Otros funcionarios públicos han entendido su responsabilidad en estos momentos y no han dudado en trabajar, entre ellos los jueces, el Ejecutivo, la Fuerza Pública y, obviamente, el personal de la salud.

Países que tampoco han superado la pandemia, pero que ya entendieron el impacto que tendrá el cierre prolongado de las escuelas, tomaron medidas drásticas como contratar a nuevos maestros para sustituir a aquellos que no quieren volver. Lo que debimos debatir, hace meses, fue cómo regresar y bajo qué protocolos, para proteger al máximo a la comunidad educativa, sin sacrificar a toda una generación. Maestros, no se dejen influenciar por un sindicato que no los representa y que los está igualando al otro organismo que no ha querido asumir su responsabilidad en estos tiempos: el desprestigiado Legislativo.

 

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