Las propuestas económicas de Iván Duque: respuesta a un análisis polarizador

Daniel Mera Villamizar
26 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

Se intentó mostrar un programa de centro para los más vulnerables y las clases medias como si fuera un programa pro-ricos.

El Espectador anunció que a partir del 18 de marzo, “cada lunes, dos estudiantes de doctorado analizarán las propuestas económicas de los candidatos a la Presidencia”. Se infiere que se trata de darle voz a la academia por las esperadas virtudes de esta.

En esa línea, los autores de la primera entrega, Allison Benson y Andrés Trejos,  advierten en la introducción que esperan que “este análisis contribuya a enriquecer la discusión de argumentos que necesita nuestra democracia, la cual parece escasear en medio del bullicio polarizador que nos ensordece cada día más”.

Sin embargo, el análisis contribuye poco, justamente porque reproduce el “bullicio polarizador”:  i) la descalificación del adversario (y si incluye astillas morales, mejor); ii) la tergiversación de su pensamiento, y iii) la destrucción de puentes de diálogo.

La verdad es que el programa del candidato presidencial del Centro Democrático, CD, está lejos de ser extremista o populista, pero un lector desprevenido del análisis de los dos voluntarios kamikazes concluiría que representa un gran peligro para Colombia.

Ni se diga de un lector prevenido o predispuesto. Benson y Trejos señalan que el documento programático de 13 páginas de Duque apenas menciona 8 veces la palabra “equidad” y una sola vez la palabra “pobreza”. Esto demostraría un escaso interés. Un talante cuestionable en un país muy desigual.

Lo sorprendente es que omiten contar que el documento i) usa ocho veces la expresión “los más vulnerables” como sinónimo de ciudadanos en situación de pobreza; ii) se refiere a reducir sustancialmente ocho “brechas” de índole socio-económica y regional; y iii) utiliza más de 20 veces la palabra “social/es” en un sentido impropio del Trump que les gustaría ver.  

Esta falta de rigor o trampa no se queda ahí. El programa del CD propone que “al menos el 50 % del presupuesto agrícola se invertirá en la provisión de bienes públicos como distritos de riego, vías e infraestructura digital”, y los estudiantes de PhD le atribuyen arbitrariamente a Duque que quiere “volver al modelo agotado de apoyos directos para grupos específicos escogidos a dedo”. No es tan serio.

Tampoco lo es que este enfoque de la propiedad de la tierra para la transformación del campo, “con articulación de agroindustria con pequeños productores, seguridad jurídica a la inversión productiva, y protección a la propiedad (titulación transparente) y el acceso a la tierra (tenencia de buena fe)”, se descalifique como “una posición política para privilegiar a los grandes propietarios”.  

En realidad, el error madre  está en evaluar un programa de gobierno a la luz de las preferencias del evaluador y no de los términos del programa evaluado.  Eso explica la ternura de dedicar más de 300 palabras a reclamarle a Duque por qué no incluyó el acuerdo con las Farc en el programa y con la visión que los sapientes analistas tienen.

Sapiencia que huye cuando se hace política coyuntural usando el estatus académico.  El histrionismo por la posición del CD de un ajuste a la Regla Fiscal es un buen ejemplo (“sería retroceder casi 10 años en nuestra agenda de responsabilidad económica”, alarman).  

Omiten el planteamiento moderado de Duque  (ahorro de ingresos petroleros, inclusión de vigencias futuras, entre otros) y sentencian que es una “propuesta innecesaria y peligrosamente inconveniente”.

Según Benson y Trejos, la Regla Fiscal es pétrea. Curiosamente, olvidan que Humberto de la Calle, candidato favorito del eminente economista que les inspiró el análisis, Guillermo Perry, propone “una flexibilización responsable de la regla fiscal, que hoy limita en exceso la capacidad de endeudamiento del Gobierno e impide inversiones fundamentales para el país”.

No es cierto que sea anatema la revisión cuidadosa de la Regla Fiscal entre  economistas ortodoxos (frente a la meta de reducir el déficit fiscal estructural a -1% del PIB en 2022 en medio de circunstancias desfavorables). Los estudiantes de doctorado están ayudando al bullicio en medio de la campaña electoral.

De modo contra-evidente sugieren que “Duque piensa la inequidad como un problema que está al final de la cadena, y que, por lo tanto, no debe ser directamente resuelto, sino que se resolverá automáticamente cuando seamos un país mejor ordenado y crezcamos más”.  Se negaron a observar que el candidato es de centro y decidieron pintarlo como partidario del “bienestar por goteo” al lado de la derecha insensible.  

De hecho, el lema de Duque es “legalidad, emprendimiento y equidad”. El programa del CD acude intensamente al papel social del Estado y confiere un rol primordial a los ingresos propios de las familias mediante una economía privada dinámica con mejoras notables de productividad.

No les pareció que valga como “intentar resolver directamente el problema” esta agenda de construcción de equidad a través de i) la educación (comenzando por la calidad nutricional de los niños en preescolar); ii) la expansión de cobertura de servicios públicos y sociales en zonas remotas y marginales; iii) una “reforma pensional que se concentre en focalizar los subsidios en los más vulnerables”; y iv) un “Fondo de Ingreso Mínimo Garantizado para prefinanciar la cobertura pensional de la población más vulnerable, apelando a esquemas financieros sostenibles”, entre otras políticas.

Y sí, a algunos no les suena simpático que un partido declare que “nuestra principal meta social estará centrada en la generación de empleos formales”, porque prefieren que la prioridad con las empresas sea cobrar impuestos y no que generen empleos.

Ciertamente, es tal vez el asunto más complejo: la tributación, el equilibrio con los ricos y la competitividad del país. En su afán de descalificar, Benson y Trejos anotan que consideran “poco honesto con el electorado” que el documento programático de Duque no haga referencia a un impuesto progresivo a los dividendos y a las pensiones más altas.

Vargas Lleras se manifestó en desacuerdo, y Petro de acuerdo; Fajardo y De la Calle lo están pensando con condicionamientos, según respondieron a revista Dinero. Duque ha sido parco al respecto, pero quizás sea apresurado atribuirlo a falta de honestidad con el electorado.

Al fin y al cabo, el reto de “un sistema tributario más simple, mejor estructurado, a favor de la inversión y la competitividad, que genere más recaudo y estimule el crecimiento de manera sostenida” va más allá de una medida pro-igualdad.

@DanielMeraV

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