Lecciones aprendidas en tiempo real

Columnista invitado EE
02 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

Por: Henry Garay Sarasti

Se está evidenciando, por la experiencia en Italia y España, que el mayor riesgo que tiene el COVID-19 es su alta capacidad de contagio, seguido de una alta mortalidad, comparada con la de otros virus. Estas dos características han convergido en un medio idóneo para facilitar su expansión, evidentemente no por voluntad propia, sino por desconocimiento.

El contacto social, en la vida diaria de colegios, universidades, dependencias públicas, empresas, restaurantes, bares, fiestas, estadios, etc., actividades todas ellas de total normalidad en la vida moderna, ha sido el principal responsable de una expansión no controlada de la pandemia en estos países, que ha ocasionado las peores consecuencias  registradas en los últimos años.

Una de las consecuencias más críticas, ha sido la pérdida de capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios, debido al contagio del personal médico y de enfermería. Esta pérdida de capacidad sumada a la creciente ola de contagios ha desbordado las capacidades instaladas del servicio de salud de estos países. Especialmente en regiones específicas donde se ha concentrado el mayor número de contagios, la región de Lombardía en Italia y Madrid en España.

Madrid, en medio de la crisis y ante el desbordamiento de su capacidad de atención hospitalaria, recurrió a estrategias de ampliación del número de camas tanto para atención de cuadros leves como de cuidados intensivos, acudiendo a un reordenamiento de sus clínicas y hospitales, así como también a la incorporación de hoteles para casos leves y la instalación de un hospital de campaña en el recinto ferial con que cuenta, IFEMA.

En Colombia, afortunadamente se han adoptado medidas drásticas, cuando el nivel de contagio en el país era de 378 y apenas tres muertes a causa de la pandemia, en tanto que para ese mismo día en Italia y España alcanzaban los 70.000 y 42.000 contagiados respectivamente.

La excelente idea de utilizar infraestructura que debido a la pandemia quedará inutilizada el tiempo que dure esta, es sin lugar a dudas una alternativa que les permite a las ciudades que lo hagan, anticiparse a lo peor de la crisis. Ahora bien, es deseable hacerlo de tal manera que se optimicen los recursos y se minimice el riesgo de expansión del virus entre la población y el colectivo de profesionales médicos y de enfermería, que conforman buena parte de la capacidad de respuesta a la crisis.

En el caso de Corferias en Bogotá, tiene la configuración adecuada para crear allí una ciudad sanitaria temporal, con diferentes puntos de acceso para un adecuado control, varios pabellones aislados para segmentar la gravedad de la patología, áreas de circulación para garantizar el adecuado suministro de insumos y, finalmente, un perímetro perfectamente definido para asegurarlo con la fuerza pública.

La oferta de camas para atender la pandemia en Bogotá, tanto para cuidados primarios como intensivos, es limitada y compite con las patologías tradicionales.

Hacer todo este esfuerzo para proveer camas para otras patologías, con el propósito de liberar camas en clínicas y hospitales diseminados por la ciudad, donde la capacidad de control del personal médico, de enfermería, de ambulancias para evitar el contagio de la pandemia se hace significativamente más difícil, no parece ser lo más aconsejable. Quizás se debería considerar el carácter de excepcionalidad de esta situación, para que el Estado hiciese un ordenamiento de la oferta, concentrando los casos leves de COVID-19 en Corferias para dejar la oferta de algunos hospitales y clínicas, destinados al tratamiento de situaciones críticas del COVID-19, y otros hospitales y clínicas, destinados a las demás patologías. De esta forma se tendría control de las áreas de atención especializada, durante el tiempo que tome superar la pandemia.

Finalmente, es importante señalar que esta iniciativa ya ha sido copiada por Barranquilla, Medellín y otras ciudades, que se podrían beneficiar de la experiencia de Bogotá, minimizando el riesgo de contagio, al evitar tener a los pacientes no críticos dispersos por toda la ciudad.

 

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