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Lecciones de humildad de Donald Trump

Daniel Pacheco
21 de julio de 2015 - 02:00 a. m.

Donald Trump ha sido como una rata de laboratorio para probar la toxicidad del debate político entre los republicanos de Estados Unidos. Este fin de semana la rata murió y dejó claro dónde están realmente los límites de lo que puede decir un político viable en Estados Unidos.

“Fue demasiado lejos”, “cruzó la raya”, fueron los comentarios sobre las últimas declaraciones escandalosas del candidato a la nominación republicana para la Presidencia.

Trump se burló de uno de los líderes más respetados del país, el excandidato presidencial y senador John McCain. Y no lo hizo con cualquier cosa. En tono satírico, Trump atacó el pasado de McCain como prisionero de guerra y veterano de Vietnam. Dijo que era un héroe de guerra sólo porque había sido capturado por el Vietcong, luego de que su avión fuera derribado sobre Hanoi.

McCain pasó cinco años y medio como prisionero de guerra, sufrió golpizas constantes y hoy día no puede levantar los brazos sobre la cabeza por el deficiente cuidado médico que recibió de dos fracturas sufridas cuando se eyectó de su avión. Nunca tímido con la primera persona, Trump clavó las últimas puntillas en el ataúd de su candidatura con este comentario: “Yo prefiero a aquellos que no han sido capturados”.

Las reacciones fueron inmediatas y virulentas. Uno de sus contrincantes le pidió abiertamente abandonar su candidatura: “Trump no es apto para ser comandante en jefe”, escribió Rick Perry en su Twitter. Rechazos similares del partido, del Congreso, de asociaciones de veteranos y de la Casa Blanca tienen acorralado a Trump, que sin despelucarse se niega a dar una disculpa.

La caída de Trump será estrepitosa. Ahora mismo se pelea la punta en las encuestas de su partido con Jeb Bush. Paradójicamente, esta popularidad se la debe a otra serie de comentarios tóxicos sobre los inmigrantes latinos; sus ya famosas palabras contra los mexicanos. De ellos dijo que la mayoría eran “violadores, criminales y narcotraficantes, y asumo, alguno de ellos, serán buenas personas”.

Aunque por decir esto perdió apoyos comerciales importantes, se peleó con nuestra Miss Universo, y recibió algunas críticas de sus copartidarios, al final se disparó en las encuestas. El Partido Republicano nunca se pronunció.

Prueba de toxicidad aprobada. Al menos dentro de las huestes conservadoras, utilizar términos denigrantes y racistas contra los habitantes de un país latino es arriesgado, pero vale y sirve.

El episodio muestra que, más allá de los pechos hispanos inflados por el rompimiento de Trump con Univisión, Macy’s y NBC, el nivel de tolerancia contra estereotipos insultantes de los latinos es sorprendentemente alto en un sector importante de Estados Unidos. Es lícito llamar a millones de personas violadores y narcos, pero decir que John McCain no es un héroe es ir demasiado lejos.

Mientras disfrutamos la caída de Trump al lugar adecuado de su ridiculez, hay que guardar espacio para una pequeña lección de humildad. Aún falta para que los hispanos disfruten de la dignidad que se merecen en Estados Unidos, como la minoría más grande e influyente del país.

@danielpacheco

 

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