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Lecciones de la "crisis" y la gran Colombia

Luis Carvajal Basto
19 de marzo de 2008 - 08:47 p. m.

Que la soberanía no es un concepto solamente geográfico; que Chávez empieza a tener el sol a sus espaldas; que los buenos conciertos convocan y expresan a la gente y su sentir, y que si Chávez recurre al Libertador para justificarse, nosotros podemos hacer lo mismo en el espíritu de su mejor sueño: reconstruir la Gran Colombia, desde la democracia.

Luego de le decisión de la OEA, un “empate” en el que se impuso la razón, Colombia que había ofrecido excusas al hermano país, dejó una carta que no se ha retirado de la mesa: no se deben realizar acciones militares por fuera de las fronteras pero tampoco se va a permitir que desde allí se agredan nuestras instituciones y ciudadanos.

Considero que la comisión de verificación establecida por la OEA es un triunfo de Colombia. Se va a verificar la real situación en la zona fronteriza. Y con seguridad lo que se va a encontrar puede demostrar que la actitud de los actuales gobiernos de Venezuela y Ecuador va mas allá de la permisividad y tolerancia, las cuales son inadmisibles. No es difícil predecir que en una próxima reunión de la OEA, el acusador va a ser Colombia. Ello explica en gran parte la reciente condescendencia de un Chávez que recibió el mensaje de Uribe de denunciarle ante la corte penal internacional.

Lo que ocurra en adelante depende de los actores involucrados. Quiero pensar que las condiciones están dadas para el intercambio por razones humanitarias, el cual va a reconocer en sus detalles, la realidad de los giros que ha tomado la confrontación militar. Una, en que el Estado está demostrado su capacidad para defender la institucionalidad y el bienestar de los ciudadanos.

Ha dicho Piedad Córdoba, quien debe estar bien informada, que no cree en más liberaciones unilaterales por parte de las Farc. Yo, creo que la situación está en circunstancias que permiten avanzar más allá, por ejemplo en la dirección que acaba de sugerir Luis Eladio Pérez al Presidente Sarkozy, convirtiéndose la liberación de Ingrid y demás secuestrados en un paso en esa dirección. Así parece interpretarlo el Presidente Uribe, quien otra vez puso de presente la mano tendida.

No parece que las Farc estén en condiciones de cambiar las circunstancias de la realidad militar. Ni tampoco que insistan en la vía de las acciones terroristas, su peor equivocación en más de 40 años. Los cambios sociales que reclamaron en su momento, han sido superados por las realidades históricas. Hoy, no tenemos dictaduras en Latinoamérica y los gobiernos de “izquierda” que existen han sido posibles no a tiros sino con votos. Si entienden eso, su futuro dependerá solo de ellos.

El espíritu de la Gran Colombia


El concierto en la frontera no hizo más que ratificar lo que sabemos desde la época de los Virreyes: que somos pueblos hermanos. Además de una frontera y una infraestructura, tenemos una historia, una cultura y un Idioma común. Y un comercio derivado de la especialización internacional, que nadie puede parar.

Es un lugar común decir que el pueblo es superior a sus dirigentes, como lo hizo Daniel Samper esta semana. Prefiero decir que los mercados integrados son una ganancia para los ciudadanos de todos los países, como lo demostró David Ricardo hace más de 200 años. Pero si vamos a referirnos al concierto, digamos que cuando los hermanos se reúnen arman una gran parranda.

Lo que pasó en Cúcuta, nos invita a pensar que la disolución de la Gran Colombia ocurrió solo en Leyes y decretos. Que seguimos siendo una sola Patria. Y que si en algún lugar del andamiaje legal del Chavismo se habla de volver a las fronteras de la capitanía general de Venezuela, nosotros, desde el corazón, quisiéramos recuperar las que existían antes de que nuestro admirado General Páez se autoproclamara en 1830 y una cuestionable asamblea de notables proclamara a Flores en el Ecuador. En la vida real, la Gran Colombia no ha dejado de existir jamás.

Si se trata de encontrar justificaciones legales, bastaría con los decretos que cimentaron el sueño del Libertador. Un alegato basado en el concepto de “possidettis juris”, según el cual tendríamos derecho a lo que alguna vez fue nuestro. Pero, no. Los batallones que chaves envió a la frontera, debieron rendirse ante la armonía de Juanes y sus amigos y las razones de Colombia.

Tal vez en eso pensó el Ministro Santos hace pocos días cuando al ser citado al Congreso y preguntado sobre cómo íbamos a contestar ante la escalada agresiva de Chávez, dijo a los Congresistas que no había motivo de preocupación y que estábamos preparados para responder adecuadamente. Luego del concierto, un juicioso representante a la cámara a quien encontré de manera casual me dijo, “vio: a Chávez se le tapó la boca con ese concierto. Si nos manda la aviación, hacemos otro y llevamos a Shakira, a ver que hace”.

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