¡Líbranos de la tentación!

Jaime Arocha
21 de enero de 2020 - 05:00 a. m.

Fue el lunes pasado, en la calle 63, cuando unos policías, al lado de sus motocicletas y haciendo cara de furia, comenzaron a agitar sus manos para que le apuráramos, mientras que los del carril opuesto hostilizaban a los conductores que se demoraban en comprender que la orden era para detenerse. A toda velocidad pasaba la comitiva presidencial, consistente en al menos media docena de camionetas Toyota negras, de las más lujosas, con luces azules y rojas que se encendían y apagaban para acentuar el toque de autoridad que debía rodear a la caravana. La cerraban una ambulancia y otra Toyota con el techo perforado por el cual se asomaba un soldado con el casco y la visera, popularizados por los combatientes gringos en los desiertos del medio oriente. Iba aferrado a una enorme ametralladora, a manera de los falos neolíticos que desde entonces se entronizaron para simbolizar el poder.

Como en las esquinas los espectadores no daban muestra alguna de afecto o respeto por el gobernante por quien quizás muchos de ellos habían votado hace 17 meses, se me vino a la mente una de las afirmaciones que hace el expresidente José Mujica en la película Pepe una vida suprema, que dirigió Emir Kusturika: “si la mayoría elige, hay que vivir como la mayoría, no como los privilegiados”. Infortunadamente, en este país la inconsecuencia social se resuelve mediante actos humillantes como el de la repartición de dulces a los niños de Bojayá. En esa zona del bajo Atrato, Duque persistió en un discurso de los que causan vergüenza ajena no sólo por calcar los de Uribe al hablar del país como si se tratara de su finca, dirigirse a sus funcionarios como si fueran sus peones, y circunvalar mediante eufemismos problemas como los del confinamiento en Pogue: “Aquí yo quisiera, doctor Diego Molano, que, rápidamente, Generación E, con la Ministra (de Educación) María Victoria, me haga una revisión en el municipio, juntándolo al esfuerzo que hace la doctora Susana Correa con Jóvenes en Acción; y que nosotros podamos tener jóvenes del municipio de Bojayá que lleguen gratuitamente a la universidad”.

Ante comunidades que en ese momento manifestaban estar aterradas por la posibilidad de que se repitiera la tragedia de mayo de 2002, y uno de cuyos líderes —Leyner Palacios— lanzaba una alerta por las amenazas de muerte que había recibido, el presidente añadió que la Fuerza Pública “también tiene un concepto muy bonito, alcalde, y es la atención integral en el territorio”. Por si fuera poco, optó por reducir la crisis de la región al bandidaje y al narcotráfico, desligando al uno y al otro de los mercados internacionales y reduciéndolos a la moral: “¿Los bandidos por qué persiguen a los líderes sociales? ¿Los narcotraficantes por qué los persiguen? Porque los líderes le dicen a la comunidad: no se dejen tentar por ellos”. Ojalá que, para cumplir con esa otra responsabilidad gubernamental que le compete para la región, consistente en blindar la territorialidad ancestral de indígenas y afros, el Gobierno no se deje tentar por los grandes inversionistas y controle la expansión de la ganadería y de las plantaciones de palma aceitera.

* Profesor de antropología, Universidad Externado de Colombia. 

** Todos los subrayados son míos. 

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