Liderazgo en los tiempos del virus

Fernando Galindo G.
07 de abril de 2020 - 04:36 a. m.

Sin referencia de lo que suceda en otras latitudes, al presidente Duque se le debe reconocer el esfuerzo por comunicarse con los compatriotas en programas diarios televisivos y en brindar entrevistas a los noticieros radiales y a los medios escritos, para informar sobre la respuesta gubernamental a la pandemia del COVID-19.

El presidente Duque se destaca en la interacción con sus compañeros de mesa, no solo porque demuestra conocimiento del comportamiento del virus, sino por su imagen de comunicador nato. Su gobernanza no ha sido fácil, en el contexto de la polarización política que se ha confabulado en su contra.  De contera, le sobreviene la pandemia del coronavirus, en un país que abandonó el liderazgo de la salud pública, al adoptar un modelo basado en la rentabilidad económica de los aseguradores privados.  

Aunque hubo vacilación inicial en la toma de decisiones que hubieran limitado la contaminación temprana proveniente de viajeros e inmigrantes, de la implantación del tamizaje poblacional y del aislamiento social, el gobierno está tratando de atrapar el nivel óptimo de prevención demostrado en los países que nos antecedieron en la pandemia, como Corea del Sur, Singapur y China.

Las predicciones de los epidemiólogos, basadas en la historia de la enfermedad en China y los países europeos, presentan diversos escenarios de morbilidad/letalidad de la pandemia del COVID-19 y diferentes niveles de complejidad. Han conducido al Gobierno y a los mandatarios locales a anticipar la preparación de diversas instalaciones (Corferias, hoteles, centros de convenciones), como hospitales de guerra que suplan la eventual carencia de camas y equipos de soporte hospitalario.

Para no entrar en pánico colectivo por estas medidas, el liderazgo requiere continuar con una pedagogía convincente y repetitiva sobre la gravedad de la pandemia, que persuada a los colombianos a aceptar la rigidez de las medidas, y a asumir su responsabilidad individual con la salud colectiva, para lograr mitigar   la trasmisión del virus.

Los gobernantes seguirán efectuando la protección de los profesionales de la salud, con la dotación adecuada, por ser la población más vulnerable de la contaminación. Su movilización desde sus hogares a sus áreas de trabajo y el regreso, debe ser adecuadamente provista. Superando las fallas técnicas de los equipos del INS para las muestras, el tamizaje tiene que intensificarse, con una red de laboratorios regionales que facilite los diagnósticos oportunos.

El cuidado doméstico de los contaminados leves, que puedan manifestar sintomatología pulmonar que no requiera respirador hospitalario, y sin otras enfermedades de base, se puede soportar con un sistema  de oxigenoterapia, por el tiempo necesario hasta la recuperación del individuo.

En la pedagogía, el lenguaje debe ser cuidadosamente seleccionado. La muletilla “cuidar a nuestros abuelitos”, resulta lastimera y despreciativa con el adulto mayor. Los mayores de 65 años representan el 9.23% de la población y no necesariamente son inactivos laboralmente y no están todos jubilados.  Evoco al doctor José Félix Patiño, fallecido recientemente a los 93 años de edad, quien hasta el último momento de su existencia trabajó en la producción de documentos de enorme trascendencia para la medicina colombiana y para el país, como la Ley Estatutaria de Salud, que de haberse implementado desde 2015, hubiera favorecido un mejor entorno de la salud pública en esta pandemia.

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