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Llamado a la ambición

Columnista invitado EE
27 de septiembre de 2012 - 11:00 p. m.

Todos los años en estas fechas, los dirigentes se reúnen en la sede de la ONU en Nueva York para tratar el estado de nuestro mundo. Este año aproveché para hacer sonar la alarma por la dirección que llevamos como familia humana.

Vivimos un período de profundas perturbaciones, de transición y transformación. Aumentan la inseguridad, la desigualdad y la intolerancia. Los gobiernos desperdician grandes cuantías de fondos en armas mortales, al tiempo que reducen las inversiones en la gente. Demasiadas personas en el poder parecen cerrar los ojos ante el cambio climático. Los ciudadanos quieren trabajo y vida digna, pero con frecuencia encuentran divisiones y retrasos.

Se han producido algunos avances importantes. La pobreza extrema se ha reducido a la mitad desde el 2000. Se efectúan transiciones democráticas en el mundo árabe, Myanmar y otros muchos países. El crecimiento económico de África se ha convertido en el más rápido del mundo. En Asia y América Latina hay avances significativos. Sin embargo, debemos aumentar nuestra ambición. La mejor ciencia del mundo es irrefutable: debemos cambiar de rumbo. Por ello he instado a los dirigentes mundiales a dar continuidad a las iniciativas sobre energía sostenible, educación, nutrición y salud de las mujeres y los niños.

La crisis en el Sahel no recibe suficiente atención y apoyo. La pobreza, la fragilidad, la sequía, el extremismo y las tensiones sectarias causan enormes sufrimientos; es fácil obtener armas, pero difícil encontrar trabajo. La situación en Siria empeora día a día y se ha convertido en una calamidad regional con ramificaciones globales. Debemos poner fin a la violencia, detener las corrientes de armas hacia ambas partes y poner en marcha una transición liderada por Siria. Tenemos que romper el peligroso punto muerto entre palestinos e israelíes. La solución biestatal es la única opción sostenible; sin embargo, es posible que esa puerta se esté cerrando para siempre.

Rechazo también tanto el lenguaje de la deslegitimación como las amenazas de acción militar de un Estado contra otro. Cualquier ataque sería devastador. En las últimas semanas, un acto vergonzoso y falto de toda sensibilidad causó una ofensa justificada y desencadenó una violencia injustificable. La libertad de expresión y de asamblea son fundamentales, pero ninguna de esas libertades otorga licencia para la incitación o comisión de actos de violencia.

Con todo lo que está en juego, la ONU debe seguir el ritmo en todo el espectro de sus actividades —la paz, el desarrollo, los derechos humanos, el Estado de derecho, el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes—. Tenemos que proporcionar liderazgo, esperanza y soluciones a los problemas que interesan a las personas. El tiempo no está de nuestro lado, pero juntos, como asociados, podemos hacer frente a las pruebas y aprovechar las oportunidades de una época de cambios drásticos.

*Ban Ki-Moon, Secretario general de la ONU

 

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