Llegó la hora del POP

Columnista invitado EE
04 de diciembre de 2019 - 04:27 p. m.

Por: María Valencia Gaitán

En Colombia estamos empeñados en curar graves enfermedades con pañitos de agua tibia y a espaldas de la voluntad de las mayorías. Y eso sucedió –nuevamente-- con la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial -POT- para Bogotá.

El futuro de la ciudad, donde según el censo del DANE vivimos 7 millones 181 mil personas, no puede seguir siendo determinado exclusivamente por un puñado de funcionarios, expertos y empresarios de la construcción que minimizan la importancia de la experticia ciudadana sobre su territorio. A tal punto que durante la primera fase de formulación del POT de Peñalosa, la Secretaria Distrital de Planeación -SDP- convocó a sólo dos encuentros ciudadanos que juiciosamente los funcionarios dejaron registrados en planillas para blindarse de los entes de control públicos. Luego de meses de silencio y trabajo a puerta cerrada o entreabierta, buscaron legitimar el resultado durante una corta y apurada fase de “socialización”, donde la población asistente manifestó en su mayoría no sentirse interpretada ni satisfecha con lo expuesto. Con pocos ajustes, el documento pasó a 90 días de revisión al Cabildo Distrital, donde la Comisión de Plan comprobó el descontento ciudadano y acertó al tumbar su viabilidad.

En general, los mecanismos de participación ciudadana legislados por nuestra democracia representativa sólo han servido para complacer a los mismos con las mismas y no le dan verdadero espacio a los conocimientos, saberes, necesidades e intereses de la gran mayoría de ciudadanos.  No podemos tampoco desconocer que NO todo plan y programa contratado, formulado y gestionado por entidades públicas cumple con las metas ni los tiempos propuestos, o peor aún, ha logrado despegar. Por otra parte, las obras emprendidas –muchas a medias y a las patadas como es el caso de la peatonalización de la carrera séptima propuesta por primera vez en el Plan Piloto de 1951-- se sobreponen unas con otras, convirtiendo a Bogotá en una ciudad cada vez más caótica, desmembrada, extendida, segregada, insostenible, congestionada, polucionada, herida, desigual, sin suficiente espacio público ni árboles y con edificios que compiten por su “altura libre” más que por un buen diseño y se imponen cubriendo la vista a los cerros.

Enhorabuena, el anuncio de Peñalosa de no expedir por decreto el nuevo POT le despeja el camino a la Alcaldesa electa Claudia López para convocar la experticia ciudadana en la toma de decisiones de su propio territorio y poner en marcha, por primera vez en la historia del país, la formulación de un Plan de Ordenamiento Participativo -POP- Territorial:  un pacto ciudadano donde la totalidad de los habitantes de Bogotá seamos llamados a un Diálogo Distrital para exponer y proponer de manera creativa, permanente, organizada, propositiva e incluyente el ordenamiento de nuestra ciudad, y así involucrar y fomentar el sentido de pertenencia de cada uno con nuestro territorio.

Mientras las movilizaciones de Estos últimos días en el país han sido claras en mostrar que “las iniciativas ciudadanas están teniendo cada día más respaldo y este paro es un resultado de eso: años de desigualdades y silencios, malos gobiernos y un gobierno que no comunica”, como lo expresó Alejandro Palacio, líder y representante estudiantil de la Universidad Nacional de Colombia, los Cabildos Abiertos del 30 de agosto y el 6 de septiembre convocados en Bogotá le demostraron al Concejo Distrital y a Peñalosa que la ciudadanía tiene propuestas claras y está a la espera del respaldo de un gobierno local interesado en abrir el diálogo. Una recomendación que la misma alcaldesa López le hizo a Duque, al enfatizar que “el diálogo (Nacional) no es para explicar con más profundidad las políticas gubernamentales y comunicarlas mejor (es decir “socializar”). No. El diálogo tiene que ser para -con humildad- reconocer los errores, hacer cambios y hacer concesiones. De lo contrario no va a ser un diálogo que lleve a nada concreto sino a más confusiones". Con estas palabras se le abrió las puertas a la formulación del POP en Bogotá. Que así sea.

 

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