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Lo justo para 2009

Antonio Casale
04 de enero de 2009 - 03:00 a. m.

Si hay algo que no me cabe en la cabeza, y que no quiero que me quepa, es eso de la objetividad. En nombre de ella se han cometido los más horribles atropellos en contra de la humanidad, como la invasión a Irak.

La objetividad no existe, el ser humano está compuesto por una parte racional y otra emocional, y éstas no se pueden separar, van de la mano, a veces predomina una, a veces la otra. Por eso la objetividad, que es netamente racional, se convierte en la justificación de hechos u opiniones subjetivas, es decir, emocionales.

Esa es la razón por la cual prefiero buscar el balance entre lo racional y lo emocional, eso es lo más cercano a lo justo que en últimas debe ser la meta, porque aunque siga siendo utópico, es un poco más honesto.

Por eso, en aras de lo que a modo propio considero justo, quisiera que en 2009 se hiciera justicia en algunos lugares del deporte.

Quisiera muy respetuosamente que, si los resultados no se dan, a los directivos de Millonarios no les entre el afán uribista de perpetuarse en el poder con el argumento de que sacaron al equipo del limbo administrativo, los plazos se terminan. 20 años, contrario a lo que dice la canción, es mucho tiempo.

Quisiera que la selección de fútbol de Colombia jugara para delante, con velocidad, verticalidad y precisión, a lo América 2008, así perdamos, total ya estamos prácticamente eliminados, pero podemos empezar a cambiar desde ya la mentalidad para buscar siempre el arco contrario antes que defender el indefendible cero.

Quisiera que los jugadores no simularan más faltas, que los árbitros se equivoquen menos y que no se queme tiempo para que la gente vuelva a los estadios y se divierta.

Quisiera que los que opinan en internet aprovecharan ese espacio para multiplicar con respeto y no para dividir con grosería, porque hasta ahora éstos han sido escenarios de odio y radicalismo disfrazados detrás de anónimos.

Quisiera que los periodistas y los hinchas de cualquier edad o generación no caigamos en radicalismos e irrespetos personales muy a pesar de nuestras diferencias de pensamiento o color. Eso es lo justo, y no es tan difícil, al menos no tanto como aparentar ser objetivo.

 

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