El país de las maravillas

Lo que nos faltaba

Mario Morales
16 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.

Ni libertad ni orden. Solo falta ver quiénes gozan de la primera sin merecerlo y cuántas arbitrariedades se cometen en nombre del segundo. Ahí, en la cinta que pende de la corona en nuestro escudo, si nos atenemos al jaleo diario, debería haber enseñas más representativas de lo que creemos que somos. Una vez fueron candidatas instituciones como familia y patria, que usufructuaron para sí, y terminaron desvirtuando, falsos caudillos.

También tuvieron opciones utopías milenarias contradictorias, como democracia y autoridad, que se anulan mutuamente.

Hubo quienes, sin oficializarlo, subieron al pedestal expresiones como apertura y neoliberalismo. Otros incluso pidieron doble espacio para que cupiera su mano fuerte y corazón grande.

Pero las expresiones que, por uso, estaban destinadas para tan altos menesteres, por encima incluso de nuestra cacareada honradez y la pretendida honestidad, son esas de que los colombianos somos los más trabajadores y que los buenos somos más.

No falta quien todavía se las crea y ponga la mano en el pecho, a pesar de las cotidiana exhibición en habilidades de nuestros prohombres en las artes del mal. Y cuando quedaba el trabajo como discurso del método de sobrevivencia nacional, una suerte de conspiración está a punto de bajarlo del pedestal.

Primero fueron los tecnoptimistas que profetizaron, oh paradoja, el fin del trabajo como desgracia. En el advenimiento de la máquina para aliviarnos de la dura carga del laburo, algunos vieron condena y maldición. Pero ni así.

Han tenido que venir, como cruzados, las lumbreras nacionales, encabezadas por el inteligentísimo ministro Carrasquilla, a acabar con el mito del trabajo como virtud. Ya han dado sus primeras batallas para desestimularnos de esa lóbrega obsesión con el empleo. Que sin horas extras, que sin festivos, que mínimo integral, que pago por horas, que menos del salario mínimo para jóvenes, que ya no hay sueño pensional. Nunca una actividad desde su nacimiento estuvo tan desprestigiada. Y aun así insistimos, por terquedad e indignidad. Las palabritas que nos estaban faltando.

@marioemorales y www.mariomorales.info

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