Lo que vi

Hernán Peláez Restrepo
03 de marzo de 2009 - 02:33 a. m.

Algunos de los equipos, como era de esperarse, vienen subiendo en funcionamiento, más que en rendimiento. Por eso, lo del Júnior es interesante, porque de paso está exhibiendo nuevos jugadores y de ataque, como el pelado Bacca, quien se apuntó con dos goles y permitió a sus hinchas extender un voto de confianza a Comesaña y compañía.

Fue evidente que el América, sin la zona derecha titular, Iván Vélez y Juan Pablo Arango, reciente el trabajo de equipo, aunque siempre Adrián Ramos sabe llevar el peso del ataque, mientras Víctor Cortés enreda el asunto, por estar pensando en chocar más que jugar.

Razón tenía Quintabani al llevar a Carmelo Valencia, quien viene ‘salvando’ la papeleta, así el equipo llega mucho ante el arquero contrario pero sin efectividad, puesto que tanto Milton Rodríguez como el panameño Tejada  están divorciados del arco rival.

Santa Fe aún está lejos del estilo que Ómar Pérez y Quintero le deben transmitir, aunque el joven Arrechea está orientado a marcar goles. En el empate ante el DIM vi una de las jugadas más ingenuas, la del ‘Chiguiro’ Benítez, quien permitió el empate después del penalti clarísimo, en el cierre del partido. Medellín y Chicó tienen la disculpa de estar pendientes de la Copa Libertadores y eso explica la caída estrepitosa en Pereira de los orientados por Gamero.

El caso del Nacional es grave, porque no encuentra luz en sus intenciones. Por paradojas del fútbol, su técnico, Luis Fernando Suárez, cuando dirigió al Pereira, el año pasado, cumplió con la meta de salvarlo del descenso. Esta vez, su prioridad es ganar el título y para ello debe diseñar un equipo agresivo, que arriesgue. Le fue mal a Óscar Julián Ruiz, quien como cualquier jugador, tiene su tarde mala. Sería repetitivo insistir en los retos arbitrales, dolor de cabeza de todos, el penalti y el fuera de lugar.

Ganó el Cali el clásico, porque Andrés Pérez y Herrón están solidificando una buena línea de volantes y los de ‘Cheché’ parece que sí pintan para cosas mayores.

La cuota de goles, 20, está lejos del mejor rendimiento y por eso de lo que vi me fascinó el 4-3 del Atlético de Madrid y Barcelona, siete goles son siete momentos de euforia y poco interesa calificar el juego como una debacle defensiva, que es por supuesto motivo para razonar de los técnicos, pero no del hincha común y corriente y de quien goza el fútbol por los goles.

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