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Lo que vi

Hernán Peláez Restrepo
12 de mayo de 2009 - 03:28 a. m.

Es un anhelo de siempre el estar presentes en un mundial, cualquiera fuese la categoría.

Por eso, la enorme alegría que produjo la Sub 17, que al lado de Brasil, Argentina y Uruguay estará en Nigeria. Ramiro Viáfara, quien fue un buen jugador de largo recorrido, organizó un grupo de jóvenes que quizá vayan a robustecer el concepto de la renovación. No es habitual que ganemos y de ahí el motivo de satisfacción y los aplausos merecidos para estos jóvenes, que como siempre ocurre cada vez que una selección colombiana sale en silencio y sin presiones, termina dando estos regalos.

Vi cómo los mexicanos, a lo mero macho, dejaron a la Conmebol de lado. Siempre fueron animadores tanto en la Copa Libertadores como de la Copa América, y aunque nunca podían, así ganaran, representar a Suramérica, dieron todo para ser protagonistas. Pero el poder de Brasil como el de Argentina pesa muchísimo en la Confederación, y como Nicolás Leoz aceptó la petición del São Paulo de no jugar en México, les insinuó a los mexicanos que se eliminaran entre sí, San Luis y Chivas de Guadalajara, pues resolvieron dar un portazo y a otro cuento. Ahora surgirán las explicaciones, la Confederación dirá que era por el bien de sus diez federaciones afiliadas, a sabiendas que en el fondo lo que interesaba era atender las exigencias de Brasil.

Vi los buenos goles como los de Batalla, de tiro libre; el sombrerito de Fano; el tiro libre de Ortega, del Quindío; los goles de Carmelo Valencia, y hasta el tanto de palomita de Giovanny Hernández. Vi también cómo los estadios de a poco, con excepción de Cúcuta, viven desocupados por varias razones, aunque indudablemente la violencia es la de mayor influencia.

Vi cómo Agustín Julio está sufriendo mucho en los juegos nocturnos, porque es evidente que la vista debe hacer mayor esfuerzo en la noche y así suene a disculpa es preocupante el asunto. Vi cómo Santa Fe, en un excelente informe de Norbey Quevedo, aquí en El Espectador, por fin dio a conocer los nombres de sus dueños actuales. Uno vive en México y a distancia quizá sepa qué pasa en el equipo. Otro es prófugo de la justicia y el tercero, quién sabe. Javier Silva, Luis Caicedo y Julio Lozano forman la tripleta invisible que da el dinero a terceros para que manejen a su buen o ingenuo criterio las inversiones en jugadores y cuerpo técnico. Por eso, el equipo está como está. Es de esperar precisiones en cuestión de horas de parte de su junta directiva, encabezada por el señor Farfán, para que aclare el caso.

 

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