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Lo que vi...

Hernán Peláez Restrepo
24 de noviembre de 2009 - 01:56 a. m.

En esta primera jornada de las semifinales, se pudieron comprobar varias premisas, siempre validas en el fútbol. Como se trata de un torneo corto, ganar en la casa es esencial para estar en las cuentas, obligados todos a localizar algún punto por fuera.

De ahí que la victoria del Medellín, en Pereira, lo saca de ciertos dolores de cabeza que se presentan en ejercicios visitantes. Con los tres puntos, más los que gane en sus tres juegos en el Atanasio, estaría cerca de la final. Van a pesar sí, las ausencias obligadas de Arias por lesión y Jackson Martínez por suspensión.

Al Pereira le pasó lo que a muchos equipos. Obligado a ganar en casa y después de conseguir el empate, salió con entusiasmo y decisión, pero sin talento ni claridad para definir. Medellín le regaló todo el espacio, se dejó atacar, volviendo de paso figura a Aldo Bobadilla, y esperando, como lo encontró, un solo contragolpe letal y se acabó.

Curiosamente los dos equipos (Real y Pereira) que pelearon en las últimas fechas por el asunto del descenso, perdieron. Se van a encontrar en la próxima salida y alguno, el perdedor, quedará maltrecho en sus aspiraciones, aunque a decir verdad, ya hicieron bastante para ingresar a esta fiesta. No debe interpretarse como resignación, sino más bien realidad. Pereira sabe de su compromiso futuro, por la supervivencia en la primera división, lo cual lo obliga a estar atento.

Vi a Júnior poniendo el acelerador apenas en el segundo tiempo, pues en el pasaje inicial no hubo ninguna comunicación de volantes con delanteros y quizá por eso el ingreso de Víctor Pacheco, intentando darle una manito a Hernández. Para Buitrago, el árbitro de este partido, el asunto fue de maravilla, tres penaltis claros, sin discusión. Victoria del local y ningún reclamo visitante.

Vi a Nacional con jóvenes como Cardona, Ibarbo, Moreno y Palomino durmiendo en un largo tramo del partido ante el Tolima, que no se atrevió a ganar. Estuvo en ventaja temprano y sin ninguna convicción fueron dejando ir los tres puntos. O se asustaron o no creyeron en sí mismos, y eso que Nacional dio ventajas.

Vi a Santa Fe nuevamente sufriendo ante un equipo correlón y rápido en la zona de Champeta Velásquez y Rentería. Menos mal el más solidario de sus jugadores, Anchico, colaboró con los zagueros, mientras Pérez puso cuota pequeña y suficiente para asegurar los puntos, mientras todos mirábamos cómo rendía el venezolano Seijas, actuando como los antiguos punteros izquierdos.

Vi dos golazos, el de Jackson, con gran gesto técnico al rematar de volea y sin dejar tocar el piso al balón para un soberbio tanto. Y el de Marangoni, quien acomodó el balón en el rincón, lejos del esfuerzo de Pezzutti.

Tres locales ganaron, uno perdió y tambalea para las cuentas, y los árbitros como Machado, que no pitan manos dentro del área y un rosario de tarjetas para muchos jugadores, que sólo aprenderán a comportarse cuando de su bolsillo propio salgan las multas. Machado y compañía pensarán, si no pitaron la descarada mano del francés Henry, en eliminatoria del Mundial, por qué nosotros tenemos que tener ojo de águila. Digo yo.

 

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