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Lo viscoso y lo fluido

Julio César Londoño
24 de abril de 2021 - 03:00 a. m.

En crítica literaria se utilizan con frecuencia palabras llenas de prestigio pero con poca sustancia. La fluidez, el encanto, la musicalidad y lo sublime son algunas de ellas.

Quién no ha oído solemnidades como esta: «En el primer párrafo está todo: la atmósfera, el tono y el ritmo». La verdad es que el ritmo es un concepto de la poesía métrica que venía determinado por los acentos, y que el tono de un cuento, si es que tal cosa existe, puede cambiar muchas veces a lo largo del texto.

Incluso señores tan precisos como Borges, Chesterton y Stevenson incurrieron en retóricas gaseosas y afirmaron, por ejemplo, que la principal virtud de las obras literarias era el encanto. Uno no se atreve a contradecirlos, ¿quién osa enfrentar semejante terna y negar un postulado tan evidente? Pero la verdad es que el encanto no es una cualidad concreta. No es algo como la claridad, la brevedad, los argumentos ingeniosos, la prosa con textura, los personajes bien trazados. El encanto es la resultante de una suma de aciertos y tal vez no está en la obra ni en el lector sino en ese punto feliz donde estas dos entidades se tocan fugazmente.

La fluidez sí es una virtud concreta. Se la pedimos al ensayista y al narrador (la poesía es un misterio aparte) pero nadie se toma la molestia de definirla. Tratemos de precisarla con estas analogías: el estilo fluido ondula, es suave, terso como un canto rodado; la prosa contrahecha zigzaguea como una línea quebrada y está llena de aristas, como un prisma. Veamos un ejemplo de estilo no-fluido, viscoso: «Pedro discutió con Francisco y este le disparó». Es más sencillo empezar de una vez con el pistolero y decir: «Francisco discutió con Pedro y le disparó». (Este, el cual, aquella, respectivamente, en efecto y por otra parte son muletillas aparatosas que no pueden faltar en la caja de herramientas de los escritores espasmódicos).

Las acciones rápidas deben narrarse con los tiempos simples del verbo. Hay que evitar el españolísimo vicio de narrarlas con tiempos compuestos o con los lentísimos gerundios. «Y discutiendo de acalorada manera, Francisco ha sacado su arma y le ha disparado a Pedro».

Si no se tiene el pulso de Proust, hay que evitar el uso de incisos dentro de incisos.

El viejo orden sigue funcionando muy bien: sujeto, predicado, complementos.

Regla «nunca dos»: no ponga dos adjetivos, dos preposiciones o dos infinitivos juntos. En lugar de «cumplió sus obligaciones para con la patria», escriba «cumplió sus obligaciones con la patria» (en realidad las oraciones patrióticas no tienen arreglo).

«El no poder decidir el asunto los paralizó» está bien para un turista inglés. Un nativo lo dirá así: «La indecisión los paralizó».

Con el único fin de llevarme la contraria, san Juan de la Cruz metió tres impecables «que» en serie en su Cántico espiritual: «Y todos cuantos vagan / de ti me van mil gracias refiriendo / y todos más me llagan / y déjame muriendo / un no sé qué que quedan balbuciendo».

La doble negación oscurece las cosas. La frase «Yo no dudo de que la gente no confía en la ciencia», por ejemplo, ¿alude a los antivacunas y a los comentaristas deportivos?

La prosa fluida se lee de corrido, y si nos devolvemos en algún pasaje es para paladear nuevamente una buena frase, no para desentrañar las oscuridades sintácticas del autor. Hay que tener presente siempre el feroz epigrama: «Hay autores que parecen oscuros por su profundidad, y hay otros que quieren parecer profundos a fuerza de oscuridad».

 

CAMILITO(7137)24 de abril de 2021 - 08:53 p. m.
Los gerundios y el exceso de los adjetivos (no mas de uno) son enemigos de la prosa fluida como la califica el maestro. Escuchen a un politicastro en un discurso, lleno de gerundios, adjetivos y lugares comunes. Pura bazofia . Hagan el ejercicio con duque (con minúscula) y lo comprobaran.
usucapion1000(15667)24 de abril de 2021 - 07:51 p. m.
Una magistral lección que nunca olvidaré. Gracias Don Julio César por esta hermosa columna.
ALBERTO(84624)24 de abril de 2021 - 08:14 p. m.
Me gustaria saber que piensa de esta columna, PEDRO el de los insultos?
Mar(60274)24 de abril de 2021 - 09:45 p. m.
Muy buenos consejos.
Ernesto(8914)24 de abril de 2021 - 07:25 p. m.
Para mi el encanto es fundamental en el arte..cosa de la cual carecen muchos críticos literarios. Si las personas comunes dispusieran siempre de un diez por ciento de encanto el mundo sería menos infeliz. Buena lección para nosotros infieles de la academia.
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