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Los dones de la cuatrimoto

Reinaldo Spitaletta
26 de agosto de 2008 - 01:58 a. m.

PAÍS SIMPÁTICO ESTE EN EL CUAL, por ejemplo, la Fuerza Pública diseña las fosas comunes para que no haya tanto muertito de los ‘paracos’ regado por ahí, a la buena de Dios.

O en el que los paramilitares infiltran al DAS, y compran políticos, suscriben acuerdos con ellos. O en el que un alcalde denuncia ante el Presidente que lo van a matar, y al acusado lo mandan lejos, a desempeños diplomáticos. País simpático.

Sí, país simpático este en el cual se reforma un “articulito” de la Constitución a punta de cohecho. Dicen los de la oposición (¿calumnias suyas?) que este es un Estado mafioso, porque poderes ilegales se toman las instituciones, las saquean y las ponen a su servicio. O porque las mafias, unas veces con regalitos, otras con persuasiones diversas, e incluso –nada raro– con amenazas, se apoderan del paisito. Compran funcionarios, qué gran señor es Don Dinero. Y otros dones tan comunes en estos contornos.

Así, dentro de esas “simpatías” que digo, ya nada es raro aquí. Ni que un fiscal se asesore de un brujo, ni que un militar “nervioso” utilice un chaleco con símbolos de la Cruz Roja, ni que se anuncie el envío de tropas a Afganistán, porque, tal vez, hay que acabar con los “infieles”. Ahora sí montémonos en la cuatrimoto, porque, quizá, la próxima Feria de las Flores de Medellín tenga un desfile de tales aparatos, que, dicen, reemplazaron a los caballos finos.

El hermanito del Ministro del Interior y de Justicia parece que gusta de tales vehículos. Y se hizo llevar uno de ellos a su finca de Caucasia. Nada extraño hasta ahí. Pero a veces, como diría don Marroquín en su Perrilla, es “flaca sobremanera toda humana previsión” y las grabaciones, destapadas por la revista Cambio, involucran feo al ex director de Fiscalías de Medellín, Guillermo León Valencia Cossio.

Y en este simpático país, tan lleno de dones (desde caballistas célebres hasta Don Berna, Don Diego, algún Don Vito criollo, algunos muy expertos en motosierras –vea, pues, no faltan las motos–), salta a la palestra otro de ellos, Don Mario, que, según revelaciones de la revista, tenía relaciones non sanctas con el entonces director de Fiscalías de Medellín y miembros de la Fuerza Pública de Antioquia.

Y vuelve y juega. Continúa la ya vieja usanza de la penetración mafiosa en la compra de conciencias, en la alteración de documentos, en asaltos a la justicia. Ese florecimiento de los dones, muchos de los cuales fueron vistos con buenos ojos hasta por los llamados “ricos tradicionales”, como pasó, por ejemplo, con el buscón llamado don Pablo, prosigue en un país de hipocresías y morales dobles. O triples. En el que se compran y se venden votos y reelecciones.

Cuando ya otros “dones” o han muerto o están extraditados, o figuran a la sombra de un retiro “espiritual” entre rejas, saltan otros, con más poder que los anteriores. Una herencia de crímenes y corruptelas, que encuentra abono en una sociedad que ha arrojado la ética a la basura, y en la cual los ejemplos negativos vienen de arriba, de las cumbres del poder.

El caso es que al fiscal Valencia Cossio, que quedó como “un príncipe” ante Don Mario por el presunto “favor” que le hizo, lo pasan de Medellín a Tunja, mientras su jefe, el Fiscal General, advierte que él no pide renuncias sino que las recibe. Vaya chiste flojo. Lo dicho: es un país simpático. Y según las grabaciones reveladas por la precitada revista, el regalito mafioso para don Guillermo León fue una cuatrimoto de cuarenta millones. Vea usted: ya nadie se vende por un plato de lentejas.

Cosas del costo de la vida.

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