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Los muebles viejos

Felipe Zuleta Lleras
14 de junio de 2020 - 05:00 a. m.

Recuerdo el revuelo que causó en su momento el expresidente Alfonso López Michelsen cuando sostuvo, con razón, que los expresidentes son muebles viejos que estorban.

Hecha la excepción del expresidente Juan Manuel Santos, los otros exmandatarios joden y parejito, y saben mucho de los temas, pero cuando ya no gobiernan. De Santos hay que decir que ha hecho honor a su promesa de dedicarse a su nieta Celeste y a su familia. Cuando ha hablado lo ha hecho más como premio Nobel que como expresidente. Nunca, desde que dejó el cargo, ha tenido ni una sola afirmación desapacible en contra del presidente Duque. No le ha dado consejos ni lo ha jodido como hizo de manera perversa y descarada Álvaro Uribe con él.

El expresidente Uribe, como los circos malos, se despide y no se va. Su caso es bastante particular, porque tiene múltiples indagaciones preliminares, pero solo una investigación formal en su contra por el caso de manipulación de testigos en la Corte. Como los vendedores de promesas habla de lo divino y lo humano. Ataca, se defiende, pone la cara para no responder por lo que se le pregunta y se arropa en sus huesitos y sus carnitas. Merecería un libro completo para poder entender sus decisiones frente al país, la política y la justicia.

Andrés Pastrana es otro caso de circo. Como malabarista cambia sus afectos de acuerdo con lo que va sucediendo. Por ejemplo, su otrora enemigo Uribe, ahora es su cómplice para joder a Santos. Criticó duramente el proceso de paz con las Farc, olvidando que durante el suyo en el Caguán ese grupo guerrillero se fortaleció de tal manera que logró “secuestrar” al país. Es el culpable de que Uribe fuera presidente.

De Ernesto Samper podríamos decir que, sobre todo en los últimos años, se ha dedicado más a opinar sobre los temas de Bogotá empezando por el metro. Opina sí en temas de paz y, por alguna razón que desconozco, detesta al alto comisionado para la Paz, Miguel Ceballos. Por obvias razones arremete en contra de los gringos cada vez que puede. Pero en justicia Samper no ha sido un expresidente mamón. Esto tal vez porque cada vez que habla le recuerdan el Proceso 8.000, fardo que cargará hasta el día de su muerte. Y lo más triste de eso es que objetivamente y, a pesar de las dificultades, hizo un buen gobierno en lo social (el Sisbén, por ejemplo).

César Gaviria, por su parte, no se ha retirado de la política, excepto durante los diez años que estuvo como secretario de la OEA. De hecho, ha sido el dueño y amo del Partido Liberal. Siendo admirablemente brillante, ha preferido seguir en el tejemaneje político burocrático. Ha participado como autor en varios libros, por ejemplo sobre drogas. Le debe al país sus memorias que, según dice, está escribiendo y se publicarían a su muerte. Gaviria conoce como nadie una de las peores épocas del país: la guerra contra el narcotráfico. Ha sido crítico del presidente Duque y, en algún momento, del mismo Santos. ¡Al fin y al cabo, muebles viejos!

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