Los porteros

Iván Mejía Álvarez
10 de agosto de 2018 - 10:14 p. m.

Solo en una oportunidad el Balón de Oro al mejor jugador ha sido para un portero. El trofeo lo ganó La Araña Negra, Lev Yashin, cuidapalos de la selección de la URSS en la década del 60. Después, nada. Los goleros no merecen esa distinción, los premios individuales han sido para los volantes creativos y generalmente para dignificar la profesión del goleador. El mundo del fútbol premia con oro a quien piensa y a quien la mete en la red.

Pero todo principio tiene su final y este año los que mueven el mercado parecen haber entendido que es necesario pagar bien unas manos seguras, unos reflejos a toda prueba, una solidez en la custodia de los tres palos y ya se registran récords en materia de transferencias de porteros.

Tras el fracaso de Karius, el “Manco de Kiev”, Klopp tiró de la chequera y compró a la Roma al golero de la selección brasileñ0a Allison para mejorar las prestaciones de un equipo muy sólido y potente, pero que carecía de un buen arquero. Y cuando parecía que los 62 millones de euros que dieron los rojos por el brasileño eran lo máximo, apareció la negociación de Kepa del Bilbao al Chelsea por 80 millones de euros. Un récord. Y como había quedado libre Courtois el “amo blanco” decidió que ese era el golero para el Real Madrid y a pesar de tener a Keylor Navas y a Casillas, trajo a un tercer especialista que ya tiene la instrucción especial para Lopetegui: viene para ser titular. Cosas de Florentino.

Se hace justicia, el mercado no podía seguir siendo indiferente con una posición tan clave para el fútbol. El médico Ochoa, portero en su juventud, decía que quería siempre un arquero que lo dejara dormir tranquilo y el mejor América siempre tuvo a Julio Falcioni como su bastión.

Cuánto habrán sufrido los hinchas de Nacional viendo a Armani en River tapar de todo ante Racing y media hora después al flojísimo Monetti regalar un gol a Tucumán. Errores tienen todos los porteros, pero algunos se equivocan demasiado seguido y Monetti es un clásico ejemplo; basta recordar su discretísima actuación en la final contra Tolima.

Dos goleros jóvenes, Montero y Banguera, merecen ser rescatados y poner énfasis en su evolución. Tienen el perfil físico para ser buenos, están en proceso de maduración y apuntan al relevo natural de David Ospina, quien necesita ser titular, tener mucha más acción, para volver a brindar la imagen de seguridad.

Es agradable saber que el mundo del fútbol está entendiendo que es tan importante un arquero que evite como un defensor que corte juego o un creativo que piense o un goleador que la meta. Es la hora del arquero.

 

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