Publicidad

Los que no encuentran salvavidas

Yolanda Ruiz
04 de junio de 2020 - 05:00 a. m.

El DANE con la cifra de desempleo en abril confirmó lo que se ve y se comenta desde hace semanas: el desempleo va subiendo, los despidos son diarios, los negocios quebrados son miles y el miedo entre quienes aún tienen trabajo es inmenso. Más allá de la anécdota de los muchos jóvenes que recibieron su título universitario sin fiesta ni ceremonia de grado, lo que preocupa a quienes están saliendo en este momento al mercado laboral es que ese mercado hoy no existe. Siempre fue difícil conseguir ese primer empleo, pero en este momento puede ser misión imposible. Jóvenes y mujeres son hoy los más golpeados por la pérdida de empleos porque esta pandemia hace crecer de manera astronómica todas las inequidades. Muchos de ellos están en esa clase media para la que no hay salvavidas en medio del naufragio económico.

Mientras el desempleo general llegó a 19,8 %, para los jóvenes pasa del 25 %. Se perdió uno de cada cinco empleos de hombres y si hablamos de mujeres la estadística es uno de cada tres: la tercera parte de las mujeres del país se quedaron sin empleo. Dice el economista Jorge Restrepo que una catástrofe de estas características no se sentía desde la guerra de los Mil Días porque ni en la Gran Depresión tuvimos tal impacto. Eran otros tiempos, la nuestra era una economía más cerrada y por eso, por duro que fue, nada se compara con lo de hoy.

Para muchos de los desempleados no hay en este momento respuestas. El Gobierno viene atendiendo a los extremos de la pirámide: a los pobres muy vulnerables para quienes un mercado o un auxilio de $160.000 pueden ser la salvación para no dormir con hambre. Faltan, no son suficientes las ayudas, pero ahí están y se intenta dar respuesta a los pobres de los pobres, como debe ser. Después vienen todas las alternativas para las empresas formales con subsidio de nómina, de prima, cambios en calendarios tributarios y demás porque, con toda la razón, se debe proteger al máximo el empleo formal. Sin embargo, para una masa inmensa de colombianos no hay esperanza. Miles de micronegocios de los que viven una o dos personas no saben qué hacer ni a quién recurrir. De ahí han salido muchos de los desempleados.

Un médico veterinario que tiene un empleado y dos practicantes hace maromas para mantener su consultorio y no cabe en ninguna de las ayudas. No es empresario con más de tres empleados, no es pobre sin comida. No es de los de arriba ni los de abajo. Una odontóloga que le pagaba su salario a una asistente y que tiene cerrado el consultorio no sabe a quién acudir. Un politólogo de 23 años recién graduado no sabe cómo buscar trabajo cuando las empresas reducen costos y frenan la contratación. Una joven empresaria que vende productos para mascotas y venía con su proyecto familiar caminando tuvo que despedir a una empleada y cancelar contratos a dos mujeres más que le ayudaban con las confecciones de productos. Más mujeres sin ingresos. Dice que lo único que le ofrecen como alternativa es endeudarse y ante el panorama incierto esa opción ni siquiera la contempla.

El desempleo más fuerte está ahí en el trabajo independiente, en esos micronegocios para los que no hay respuesta. La recuperación de la economía tardará meses y de pronto años. Si no hay decisiones de fondo, la crisis de estos sectores medios de la economía llevará a millones a cruzar la línea de la pobreza. Todas estas personas tenían sus ingresos, su vida resuelta, pero vivían de lo del día a día. No aguantan meses de incertidumbre. La mayoría de ellos son jóvenes y mujeres que son quienes podrían también dar la mejor respuesta para salir adelante. Eso, si desde alguna orilla reciben un salvavidas que los empuje a salir a flote. Por ahora muchos se ahogan sin encontrar algo para aferrarse.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar