Los retos de Trujillo y Blum

No les va a tocar fácil. El uno tendrá que sortear, para empezar, el injustificado paro del próximo 21, del que esperamos salir airosos quienes creemos en el actual presidente y no encontramos razón para salir a la calle a protestar por medidas que supuestamente va a tomar el Gobierno y que carecen totalmente de veracidad.

Pero como las redes están inundadas de mentiras, no faltan los que se están tragando el cuento para marchar y dar paso a los vandalismos, destrucciones y generar el caos.

Carlos Holmes Trujillo, político curtido, conocedor como pocos de este convulsionado país y excelente conciliador y comunicador, podrá demostrar lo acertado de su nombramiento y dará línea de lo que será su ministerio.

Deberá además abocarse a temas tan álgidos como la inseguridad ciudadana en la que estamos perdiendo el año, así como el narcotráfico y la minería ilegal, en donde juegan las bacrim, los paracos, la guerrilla y la delincuencia común que tienen chantajeados a los pobladores de las zonas de cultivo, procesamiento y transporte, así como los lugares donde extraen el oro arrasando de paso con ríos y quebradas, fauna y flora.

A su turno, a la ministra Blum —que ya creíamos retirada del mundanal ruido— le tocará manejar los chicharrones de la frontera con Venezuela, al inmanejable Trump, el lío con Nicaragua que no cesa de reclamar para sí a San Andrés y la representatividad de Colombia en un concierto mundial en donde hay hostilidades contra nuestro país.

Para todas esas cosas —y las que faltan— está preparada y conoce como pocos lo que es caminar por terrenos minados y resbaladizos, habida cuenta de su experiencia parlamentaria y en la embajada ante la ONU.

Se trata, pues, de dos pesos pesados —aunque Claudia está como una sílfide— que no llegarán a conocer el terreno ni a improvisar, totalmente del riñón del presidente Duque, de mano firme y corazón grande y una indeclinable vocación de servicio en estos aciagos momentos de nuestra vida republicana.