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Los rostros de la corrupción

Cartas de los lectores
08 de junio de 2015 - 03:00 a. m.

La portada de El Espectador (04-06-15) es significativa.

Sin leer quiénes son los personajes se podría pensar que se trata de dos venerables ciudadanos, en especial el que está de frente. ¿Se parecen a papá Noel, quizás a Santa Claus, San Nicolás o simplemente a un abuelo bonachón? Pero al fijar los ojos en el pie de la fotografía uno sí los ubica en el corazón de la corrupción del mundo del deporte: la FIFA. Al pasar las páginas aparece otro rostro, sin parecer venerable, más bien de miedo, por lo menos si yo me lo encontraría sentiría pánico al verle su expresión; al leer se sabe que es el rector de la Universidad San Martín. Y así, con esa cantidad de viejos que en razón del último escándalo mundial han sido detenidos. Todos con su buena cantidad de años y delitos.

Mi preocupación con esta observación puntual es sobre la edad de los corruptos del mundo. Casi todos son viejos, incluidos los colombianos (salvo un Ortiz y un Jaramillo, portadores solo de buena pinta, porque el resto huele mal) lo cual indica que estos personajillos comenzaron su trayectoria de delincuentes de cuello desde su casa y posiblemente, en la escuela, el colegio y la universidad percibieron modales y acciones no precisamente éticas y estéticas. En esas etapas de crecimiento y desarrollo el niño y al adolescente se le queda todo lo que escucha y ve, con lo cual, tempranamente llegaron a las instituciones públicas y privadas a mejorar todo lo malo y habilidoso que aprendieron en ese trecho de su vida.

Y también es preocupante al darnos cuenta de la cantidad de individuos añosos involucrados en pederastia, agresiones sexuales a mujeres y por supuesto, en robos sistemáticos, cadenas tramposas de toda clase y apropiación indebida de cuanto bien se cruza ante sus posibilidades, especialmente de tierras, ahora que el Gobierno está empeñad en su restitución, los verdaderos enemigos de la paz.

¿Quién no recuerda a sus abuelos y padres, con sus cabellos plateados, sus kilos de más y sus encantadoras anécdotas? Por lo visto, solo el común de los colombianos o ciudadanos de a pie podremos hacer una descripción de ellos, con la seguridad de saber que nos dejaron todo un legado moral, todo un dechado de valores. Porque muchos que han sido beneficiados con la suerte de estudiar en los mejores establecimientos de kínder, primaria, secundaria, educación superior y posgrados tienen por ahora una gran responsabilidad por su pésimo ejemplo ante la sociedad.

Es muy triste tener que concluir con un “¿cuántos de los jóvenes profesionales de hoy serán los cerebros de los grandes desfalcos locales, regionales, nacionales e internacionales dentro de unas décadas cuando ya revelen una edad como la de los dirigentes del la FIFA?”. Todo el sector educativo tiene la palabra.

An María Córdoba. Pasto.

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