Luigi Pirandello (n. 28-6-1867)

Ricardo Bada
23 de junio de 2017 - 04:45 a. m.

En las proximidades del sesquicentenario del nacimiento de Luigi Pirandello, debo confesar, como viejo amante de Talía, que el momento histórico teatral que más me interesa y me apasiona es uno que tuvo lugar el 10 de mayo de 1921, en el teatro Valle, en la dizque Ciudad Eterna, Roma (dizque, porque lo eterno no tiene principio ni fin, y aunque de Roma no se ve el fin, sí está documentado su principio, el 21 de abril del 753 a.C.).

Aquel día de la primavera romana, ya entrada la noche, en el teatro Valle se desarrolló una batalla campal entre los espectadores. Todo porque la compañía de Darío Niccodemi estaba estrenando un drama de Pirandello titulado Seis personajes en busca de un autor, donde el escenario fingía ser lo que era, ese mismo escenario del teatro Valle durante el ensayo de una obra. Y a poco de empezar ese ensayo —cito literalmente a Pirandello— “por el pasillo del patio de butacas ha llegado el traspunte del teatro, con la gorra en la mano. Se acerca al director para anunciarle a seis personajes, los cuales han entrado también y lo han seguido a cierta distancia, un poco turbados y perplejos, mirando a su alrededor”.

Ya no era que se representara una obra dentro de otra, igual que había sucedido en Hamlet; es que unos personajes sin obra querían encontrar a un autor que escribiese su drama familiar como drama representable. Semejante inversión copernicana del fenómeno teatral no podía pasar sin la protesta del público con hábitos adocenados. Y de ahí la batalla campal entre los pirandellianos y los antipirandellianos. Un crítico de esta segunda tendencia se vio obligado a volar, de manera totalmente involuntaria, desde su palco al patio de butacas. Para que digan que el oficio de crítico no encierra sus peligros.

El escándalo fue inenarrable, pero el camino estaba abierto. Los aficionados que no asistieron al estreno se apresuraron a comprar la obra al editarse poco después, y la leyeron. Y pasados sólo cuatro meses, el 21 de septiembre, en el teatro Manzoni, de Milán, la compañía de Darío Niccodemi volvió a representar sin una sola protesta, en medio de un silencio acongojado y sobrecogedor, Seis personajes en busca de autor. Y el teatro universal se enriqueció con una obra maestra, insuperada hasta la fecha. Alguien que sabía tanto de teatro como era George Bernard Shaw, la consideraba la más original y poderosa de todos los tiempos.

Debe de ser cierto, porque pese a que han transcurrido 96 años, cada vez que uno asiste a su puesta en escena vuelve a sentir el espeluzno del misterio cuando los seis personajes avanzan por la platea y van subiendo al escenario. Hay autores que, ellos sí, escriben para la eternidad.

 

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