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Luto

Mauricio Rodríguez
22 de diciembre de 2008 - 03:00 a. m.

Falleció la semana pasada uno de los capitanes de industria más importantes del país. Se trata de don Fabio Rico Calle, el gran arquitecto de dos destacadas empresas nacionales: la Compañía Nacional de Chocolates y Colcafé. Además fue durante muchos años, junto con Nicanor Restrepo y Adolfo Arango, la cabeza del poderoso Sindicato Antioqueño.

Rico Calle tenía numerosas cualidades profesionales que le ayudaron a forjar compañías que no sólo han beneficiado enormemente a sus accionistas, clientes, empleados y proveedores sino a las comunidades en donde operan. Pero lo que más llama la atención de su periplo vital es su acervo de virtudes personales: sobresalen la fortaleza de su carácter, su bondad y el amor por su familia. Gran ejemplo a seguir por las nuevas generaciones de emprendedores colombianos.

Este paisa integral hizo una larga y brillante carrera a punta de total consagración al trabajo y al estudio. Ahora que tantos jóvenes quieren volverse ricos y famosos en un abrir y cerrar de ojos, sin interés por aprender constantemente, don Fabio se convierte en un modelo de cómo se logra construir empresas muy fructíferas en vez de pirámides.

La última vez que conversamos me dio un valioso consejo: “Enséñeles a los estudiantes la historia y la geografía de Colombia. Porque sin esos conocimientos no podrán aprender de los errores del pasado, para no repetirlos, ni podrán aprovechar al máximo las inmensas riquezas que tiene nuestra patria”.

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En reciente edición de The Economist aparece un artículo sobre América Latina, con datos muy positivos sobre nuestro país. Citando como fuente al Latinobarómetro, registra los resultados de una encuesta llevada a cabo en 18 países de la región, sobre el nivel de satisfacción con la forma como opera la democracia en cada nación. Colombia aparece en el quinto lugar. Pero hay un dato aún mejor: la opinión pública nacional es, de todas las latinoamericanas, la que más ha mejorado —desde 2001 hasta 2008— su percepción favorable sobre el adecuado funcionamiento de la democracia.

Traigo esto a colación porque el progreso de una sociedad se fundamenta en la calidad de su democracia, la transparencia y la libertad económica. En el primer y tercer pilar Colombia ha avanzado satisfactoriamente en la pasada década. En el segundo, la ausencia de corrupción, lamentablemente todavía falta muchísimo por hacer.

 

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