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MACROLINGOTES

Óscar Alarcón
07 de diciembre de 2010 - 02:59 a. m.

SE QUEJA UNA PERSONA MUY ILUStre de que en Colombia no hay justicia y por eso recomienda a sus amigos que mejor cojan las de Villadiego y se vayan como por entre un canal a una república vecina.

Sobre el particular vale la pena recordar  —aquí se hizo hace unos meses— que hace unos años en el Palacio de Gobierno de Bolivia el entonces presidente Víctor Paz Estenssoro, cogió del brazo al embajador colombiano de la época para presentarle al almirante Sócrates Aguirre, ministro de la Marina de ese país. Nuestro diplomático, sin ocultar la risa, extendió el brazo para darle la mano y les comentó a los dos que no entendía cómo Bolivia, sin tener mar, contaba con un ministro de la Marina. A lo cual respondió el “agredido”: “Yo también he oído decir, señor embajador, que en su país dizque hay ministro de Justicia”.

La verdad es que en un país de juristas como el nuestro, ese Ministerio debe existir para que haya una interrelación entre la rama ejecutiva y la jurisdiccional y de esa manera se pueda garantizar una pronta y cumplida justicia. Esa cartera siempre ha estado sometida a los vaivenes de los gobiernos. Se creó originalmente por la Ley 13 de 1890, durante el gobierno de Carlos Holguín, y en su administración estuvo a cargo de José María González Valencia y Luis A. Mesa. Después, quién sabe por qué motivos, lo suprimieron en 1894. Reapareció después y lo volvieron a acabar hace ocho años, durante el gobierno del ilustre personaje que hoy critica la justicia. Ahora vuelve a nacer, quién sabe hasta cuándo.

Es bueno que le hagan justicia al ministerio del ídem. Que su existencia no esté sujeta a los pareceres del gobierno de turno. La ley ya está para salir. Y ojalá que su permanencia sea para garantizar que la justicia no falla, sino que falla.

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