Maduro, te llegó tu “Pollo”

Julio César Londoño
23 de febrero de 2019 - 05:00 a. m.

La adhesión de Hugo "El Pollo" Carvajal a Guaidó es un suceso que marca, opinan analistas venezolanos, el comienzo del fin del régimen de Maduro. Peso pesado del chavismo, general del Ejército, diputado de la Asamblea Nacional (la legítima), jefe de inteligencia de Hugo Chávez y miembro del histórico 4F, Carvajal no es un “escuálido” más.

(Los maduristas llaman “escuálidos” a los opositores al régimen. Es una aceptación cínica de que la única manera de alimentarse bien en Venezuela es “enchufándose” a las tetas oficiales. El 4F es el grupo de militares que realizó el golpe de Estado que llevó al poder a Chávez el 4 de febrero de 1999).

Carvajal fue detenido por la Interpol en Aruba en julio de 2014. Cuando iba a ser extraditado a Estados Unidos, el gobierno venezolano armó un escándalo internacional. “El imperio ha secuestrado a un general de la República Bolivariana de Venezuela”, trinó Maduro. Dóciles, todos los cancilleres de la ALBA se pronunciaron. El ruido dio frutos, Carvajal fue liberado el 28 de julio y recibido como héroe en Caracas. “Patriota dignísimo”, lo llamó Maduro. “Hermano de la vida”, le dijo Diosdado Cabello mientras lo abrazaba con lágrimas azules en sus ojos.

Hay otra versión. Su liberación no fue producto de la presión de la ALBA, sino de un trato con Estados Unidos. Carvajal fue liberado con la condición de que trabajara para la Interpol, la DEA y la CIA recopilando información sobre el variopinto portafolio de negocios del Cartel de los Soles: licencias mineras, chanfainas oficiales y tráfico de drogas, armas, gasolina, ganado y alimentos. Relaciones del régimen con las Farc, el Eln y Hizbolá.

Las declaraciones de Carvajal el jueves, a pocas horas de vencer el plazo de la amnistía propuesta por Estados Unidos a funcionarios y militares venezolanos, cayeron como un baldado de agua fría en la cúpula del régimen. El terror de que Carvajal cuente todo lo que sabe (como ya empezó a hacerlo en las páginas de The New York Times el jueves) los tiene con los pelos de punta y, por primera vez, absolutamente mudos. Se rumora que son decenas los generales que se están acogiendo a las carreras a la amnistía, y miles los oficiales que están desertando, un fenómeno que reconoció Maduro involuntariamente en una alocución la semana pasada.

Ignoro cuál será el desenlace de la jornada de hoy (escribo en la mañana del viernes). Las primeras fotos muestran una asistencia masiva al concierto de este lado de la frontera. La caravana de los diputados opositores está llegando al Táchira luego de sortear ataques y barreras de todo tipo en el camino iniciado en Caracas. Ignoro si podrá pasar la ayuda humanitaria. Espero que las barreras del régimen sean derribadas con la misma fuerza incontenible de esas “mujeres de blanco” que rompieron el muro de soldados acorazados en 2017 en San Antonio del Táchira para comprar alimentos en Cúcuta.

En cualquier caso, aplaudo la poética idea de atacar la dictadura con una invasión de alimentos, medicamentos y música. Y quiero creer, como los analistas citados arriba, que las declaraciones de Carvajal marcan un punto de quiebre para ese régimen nefasto.

A los que insisten en la teoría de “la conspiración del imperio y las oligarquías”, los invito a que descubran los negocios de Pdvsa con los grandes capitales norteamericanos. Es fácil: escriban en Google “Pdvsa Goldman Sachs 69 %”, es todo. A los que insisten en utilizar a los niños de la Guajira y los asesinatos de los líderes sociales como cortinas de humo para encubrir las andanzas del Cartel de los Soles, les recuerdo que las infamias de los gobernantes colombianos no convierten a Maduro en filántropo del pueblo venezolano.

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