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Maduro y sus locuras

Felipe Zuleta Lleras
06 de septiembre de 2015 - 02:00 a. m.

QUÉ DIFÍCIL HA RESULTADO PARA el gobierno del presidente Santos darle un manejo sensato y responsable al conflicto generado por Maduro y los loquitos que gobiernan el vecino país y cuyas reacciones y actitudes son absolutamente impredecibles.

Cada vez que uno oye a los funcionarios de Venezuela queda aún más desconcertado pues todos repiten como loras el mismo discurso revolucionario y anticolombiano. Que las víctimas son ellos, que quieren asesinar a Maduro desde Bogotá, que todos esos colombianos que hemos visto padecer el desalojo violento son paramilitares. ¡En fin!

Lo complicado de todo esto es que Maduro bien podría alargar esta crisis hasta el 6 de diciembre, día de las elecciones, para declarar algún estado de conmoción, no realizar los comicios y quién sabe qué otra barbaridad.

Colombia, por su parte, le ha dado a esta gravísima situación un manejo responsable, acudiendo a las vías diplomáticas pero con firmeza. Inclusive se ha logrado el milagro de que todos los sectores del país estén apoyando al presidente Santos en la toma de decisiones. Tengo, sin embargo, algunas dudas, pues me temo que entre más acciones se tomen, como la anunciada por el fiscal general Eduardo Montealegre de acudir a la Corte Penal Internacional, y más denuncias se presenten ante los diferentes organismos internacionales, más se va a envalentonar Maduro y mejor podrá victimizarse frente a un país dividido, destrozado y con una situación económica absolutamente insostenible.

La crisis de Venezuela no tiene antecedentes y Maduro no lo quiere ver. Está en uno de esos momentos en los que su propio pueblo, que él dice defender, lo pueda tumbar. O peor aún, simplemente se cae por fuerza de su propia estupidez y sus decisiones reiteradamente equivocadas.

Por supuesto que muchos colombianos quisieran, de manera irresponsable, que Santos le declarara la guerra a Venezuela. Eso es absolutamente impensable, pues la única manera de solucionar este problema es por las vías diplomáticas. La guerra simplemente no es una opción ni siquiera contemplable.

Admiro el temple del presidente y la paciencia que ha demostrado. Pero debo también admitir que la labor de los ministros del despacho ha sido acuciosa y diligente. La situación, claro está, no es para menos, pues los miles de colombianos sacados a patadas ponen al Gobierno es una situación realmente grave. El Estado colombiano difícilmente podrá acomodar y reubicar a todos estos compatriotas y Maduro lo sabe. Y eso, precisamente eso, es lo que lo convierte en un ser absolutamente despreciable. Tanto que ha logrado dividir familias enteras dejando a los padres en Venezuela separándolos de sus hijos. Si eso no lo convierte en un criminal, ¿Entonces qué?

Y que deje de decir que todo es un invento de los medios de la oligarquía colombiana, pues no piensan lo mismo los 18 embajadores acreditados en Colombia que vieron la tragedia con sus propios ojos, saliendo horrorizados, aterrados, de Cúcuta.

 

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