Muchos colombianos nos preguntamos: ¿a quiénes están encubriendo los dirigentes de las ex-Farc, al declararse como únicos responsables del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado?
La confesión sobre el magnicidio ha debido hacerse en la mesa de negociación de La Habana. El haberlo ocultado desvirtúa el acuerdo. Esa confesión tardía y por fuera de la negociación invalida el proceso.
Aquí sí hay que buscar el ahogado río arriba para encontrar la verdad, que muy seguramente se encuentra envuelta en un remolino de arreglistas muy propios de los señores ex-Farc.
Las verdades tardías no son garantía procesal. Si realmente los ex-Farc son los responsables del asesinato de Gómez, ¿por qué no lo dijeron en la mesa de negociaciones de La Habana con el gobierno Santos?
El Acuerdo de Paz corre el enorme peligro de desmoronarse y quienes ocupan curules en el Congreso, merced a este pactp, deberían renunciar a ellas.
La figura juiciosa, pulcra e intelectual de Álvaro Gómez Hurtado, después de 25 años de su sacrificio, continúa en la conciencia de los colombianos. Era plena garantía como hombre de Estado, con verdaderas opciones y vocación para llegar a la Presidencia de la República.
Su teoría de un acuerdo sobre lo fundamental batió récords en las plazas públicas, donde expuso con clara inteligencia su forma de gobernar, llegando a todos los sectores, pero haciendo mayor énfasis en los programas de desarrollo rural integrado y en los campesinos.
Le cabía el país en la cabeza y con cada disertación pública o privada dejaba un sentimiento de aceptación entre el público que lo escuchaba. Gentes de todos los movimientos y partidos políticos que asistieron, con verdadero entusiasmo, así lo manifiestan.
Lamentablemente las maquinarias políticas —infiltradas por la guerrilla, el paramilitarismo y el narcotráfico— no permitieron que lograra su objetivo de gobernar a Colombia, porque veían en esto el desvertebramiento de las estructuras criminales del narcotráfico, terrorismo y subversión.
Varias de sus teorías han querido ser arrebatadas por la oposición y algunos columnistas hemos tenido que protestar, porque algún día, con el visto bueno de su familia, podrán ser editadas y puestas en práctica.
Durante el vergonzoso cuatrienio de Ernesto Samper, le hicieron propuestas a Gómez para que diera un golpe de Estado. Sin embargo, él mismo explicó a quienes así pretendían que llegaría a la Presidencia, pero por las vías democráticas.
Las verdades tardías no son garantía para los procesos. Después de que los ex-Farc admitieran ser los únicos autores del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, antes que credibilidad, dicha confesión genera más dudas que respuestas.
Los autores de magnicidios y delitos atroces que se han ocultado bajo el manto del silencio durante tanto tiempo, además de responder por los crímenes cometidos, son merecedores de un castigo adicional por el encubrimiento y la tardanza de la confesión.
Es doloroso que después de 25 años aún no se sepa a ciencia cierta quiénes fueron los autores del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado —declarado crimen de lesa humanidad—, aunque dicha investigación ha pasado por varios fiscales, titulares y encargados.
Al inicio del proceso, con el fin de bajar la tensión de la opinión pública, fueron varios los capturados y hubo un condenado que a la postre, después de pagar varios años de cárcel, podría resultar siendo inocente.
¿Hasta cuándo la justicia continuará dando palos de ciego, capturando a chivos expiatorios sometidos a injustos y dolorosos procesos, para escarnio de los sindicados y sus familias, que se diluyen en los propios estrados judiciales?
Son muchas las demandas contra el Estado por estos vergonzosos hechos, que debe responder para indemnizar a las víctimas injustamente condenadas al vaivén de testigos falsos, que se confabulan con jueces, magistrados, auxiliares de la justicia y abogados corruptos sin que se les haya aplicado la acción de repetición.
Cuando las heridas de una guerra de más de 50 años continúan lacerando el alma de los colombianos, aparece un rebaño de fieras disfrazadas de mansos corderos queriendo revindicarse con el pueblo, para hacerles creer a la justicia y al país que son la alegría del presente y la promesa del futuro.
¿No será que los ex-Farc, al manifestar ser los responsables de tan doloroso magnicidio, nos están preparando un nuevo holocausto, para atrincherarnos y llevarnos al matadero como humildes borregos?