El arte y la cultura

“Mahagonny”: un triunfo

Manuel Drezner
07 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

Una noche teatral y musical inolvidable fue la que nos dio el Teatro Santo Domingo con su presentación de la ópera de Kurt Weill, con texto de Brecht, Auge y caída de la ciudad de Mahagonny. El excelente montaje del director escénico Marcelo Lombardero fue imaginativo y su uso de multimedia agregó una dimensión interesante a esta obra, que está incorporándose al repertorio de las grandes casas de ópera del mundo. Esto a pesar de que nadie está seguro aún (los autores mucho menos) de si la obra es una ópera, una serie de escenas musicales o un simple pastiche. El que la pieza se haya originado como una cantata de concierto no ayuda a resolver el dilema, aunque la verdad es que la obra trata sobre una Sodoma contemporánea donde mujeres, trago y peleas de boxeo son la base de vida y cuyo mayor pecado es no tener dinero.

Brecht quiso hacer en su libreto una sátira a la sociedad capitalista, donde lo principal era dar una lección que llevara a la revolución, y eso originó alejamientos entre dramaturgo y músico, hasta el punto de que Brecht no asistió al estreno, ya que Weill consideraba que lo principal era entretener.

La obra es de muy difícil montaje porque en últimas se trata de una serie de escenas sueltas, y es un desafío interesante darles unidad. Lombardero la logró mediante el uso de sofisticados telones proyectados y la muestra de que en el fondo lo que estamos viendo es una telenovela, lo cual agrega al sabor artificial que diseñó el autor. Hubo algunas escenas de alto impacto como la alusión a una Pietá a la muerte del protagonista o la introducción de coristas semidesnudas en la escena del juicio, para mostrar la banalidad de una justicia que absuelve a un asesino pero condena a muerte a quien no puede pagar una cuenta. Lo principal es que el director escénico demostró que se puede ser original en un montaje sin necesidad de traicionar la intención de los autores como lo hacen otros que creen que pueden corregir a Verdi o a Mozart y lo que acaban mostrando son esperpentos. Lo que vimos fue la obra como la concibieron sus creadores, aclarada a través de un brillante montaje.

Musicalmente las cosas fueron muy buenas, con excelente participación de los coros y buena interpretación de los solistas, así a momentos dieron la impresión de voces cansadas. El director de orquesta Pedro Pablo Prudencio conoce la obra y contribuyó en esta gran noche.

Hay que decir que Auge y caída de la ciudad de Mahagonny es uno de los grandes momentos que se han visto en el Teatro Santo Domingo, donde ha habido muchos, y que haber tenido la oportunidad de ver esta obra en Bogotá es un acontecimiento artístico de alta envergadura.

 

 

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