Maisky con la Filarmónica

Manuel Drezner
27 de noviembre de 2018 - 02:00 a. m.

Mischa Maisky, el gran chelista, volvió a Bogotá al Teatro Santo Domingo, esta vez como solista de la Filarmónica bajo la dirección de Caballé Domenech, y con sus dos hijos interpretó el Triple concierto de Beethoven y después él solo en el Concierto de Dvorák. Lo que asombra de Maisky es la forma como se compenetra con lo que toca. Se ve claramente que siente cada nota y es esa concentración en el arte y no en sus muchas dotes de virtuoso, lo que hace de un concierto suyo una gran experiencia. Las obras interpretadas, desde luego, son básicas en el repertorio. De hecho, Brahms comentó cuando oyó el Concierto de Dvorák que si él hubiera sabido lo que se podía lograr con un concierto para chelo, habría compuesto alguno.

Fue inexplicable que el concierto hubiera comenzado con una obra que no compensaba lo larga que era con algún contenido. Se trató del estreno de una suite del ballet Negro Goya (una alusión a las llamadas pinturas negras del gran artista español), que mostró ser algo muy sonoro pero igualmente vacío. Quizá como parte del ballet para el cual se concibió la obra, esta hubiera tenido algún sentido, pero la realidad es que la media hora que duró no fue precisamente una experiencia para recordar. Es lástima que no se hubiera reemplazado con otra intervención de Maisky, por ejemplo con el Doble concierto de Brahms, ya que estaba a mano el hijo violinista, con el que se hubiera podido tocar. En todo caso fue una gran experiencia haber tenido entre nosotros a Maisky, uno de los grandes intérpretes de nuestro tiempo.

Esta semana fue muy buena musicalmente, puesto que unos días antes el conjunto de músicos de cámara del Lincoln Center neoyorquino nos presentó un espléndido recital en el que interpretó el primero de los tríos de Beethoven, así como un Cuarteto con piano de Brahms y una versión excelente de la muy interesante Serenata para dos violines y viola de Zoltan Kodaly, una pieza profunda, de gran envergadura y que se estrenaba en Bogotá. El grupo de instrumentistas, con su elástica organización, está compuesto por excelentes músicos que nos dieron un concierto realmente de altura. Este par de presentaciones, de gran atractivo, podría decirse que fueron la culminación de un gran año musical. Y el entrante, gracias al festival de Schubert, Schumann y Brahms, promete ser aún mejor.

 

 

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