Mal las no tradicionales

Armando Montenegro
21 de julio de 2019 - 05:00 a. m.

Es importante entender por qué las exportaciones de bienes no tradicionales no despegaron después de la devaluación que se dio a raíz de la caída del precio del petróleo en 2014. El monto de esas exportaciones en los años 2017 y 2018 fue incluso menor que el que se registró entre 2011 y 2013, antes de que se produjera la brusca corrección del tipo de cambio.

Desde el punto de vista macroeconómico, el déficit de la cuenta corriente de Colombia se ha estabilizado en la vecindad del 4 % del PIB, un porcentaje muy elevado, en buena parte como consecuencia de la debilidad de la respuesta de las exportaciones al estímulo cambiario. Un desequilibrio de esta magnitud no es sostenible y, por ahora, se puede mantener únicamente gracias a la capacidad del país de atraer flujos internacionales de capital (si, por alguna razón, estos faltaran, se daría, como en 1999, una aguda contracción de la economía).

Entre las razones del estancamiento de las exportaciones de bienes no tradicionales algunos economistas sostienen, en privado, que el estímulo cambiario fue insuficiente y creen que es necesario que la tasa de cambio supere los $3.500 por dólar para que esas ventas al exterior reciban un impulso apropiado. Otros presentan datos para sustentar que la demanda externa por los bienes colombianos ha sido débil y añaden que las dificultades de los países vecinos incidieron en nuestro escaso dinamismo exportador. Es evidente, sin embargo, que estos argumentos son insuficientes y que es necesario buscar otras causas.

Una de las claves la proporciona el escrito reciente del gerente general del Banco de la República con un grupo de economistas que sugiere que las exportaciones colombianas se han visto afectadas por el elevado nivel de protección del país. Echavarría y sus coautores muestran que la alta protección arancelaria y paraarancelaria de Colombia, un fenómeno que se ha incrementado en los últimos años, es un freno efectivo a la productividad y la innovación de la economía. Es, según sus análisis, semejante a un impuesto que desalienta las exportaciones.

Bajo esa misma óptica, otro hecho que obstaculiza el crecimiento de las exportaciones es la pobre red de infraestructura de transporte del país. Los altísimos costos de importar y exportar se constituyen en mecanismos de protección que impiden el desarrollo del comercio exterior y golpean particularmente las posibilidades de diversificar la canasta exportadora. Sobra repetir que ninguna de las vías 4G ha entrado en funcionamiento y que subsisten, sin solución a la vista, grandes cuellos de botella en las arterias viales.

Otros fenómenos que, sin duda, afectan las exportaciones son los relacionados con el bajísimo crecimiento de la productividad en Colombia. En particular, la escasa innovación, los bajos niveles de investigación y desarrollo, y la falta de competencia, entre otros factores, imposibilitan que se conforme una canasta de bienes que pueda llegar con éxito a los mercados internacionales.

El turismo bien. Este renglón, en cambio, sí reaccionó positivamente al estímulo cambiario y también se benefició con la mejoría de la seguridad en amplias zonas del país. El monto de los ingresos del exterior por viajes y transporte creció en cerca de un 50 % entre 2014 y 2018, y mantiene un importante dinamismo que puede sostenerse en los próximos años.

 

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