“Malandrines de la droga”

Daniel Pacheco
27 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

Un candidato visita un municipio de Colombia, escucha a la comunidad y responde con propuestas. Según el Nuevo Día, el “periódico de los tolimenses”, en febrero del 2018, “el alfil presidencial por el Centro Democrático, Iván Duque, visitó la capital del Tolima en compañía de su equipo de trabajo y del expresidente Álvaro Uribe Vélez quienes recorrieron algunos barrios de Ibagué”.

Después del recorrido, Duque respondió con propuestas: “Mis prioridades están basadas en las problemáticas de la ciudad, por ejemplo, el tema del microtráfico. Lo primero que tengo que decir es que eliminaré la dosis mínima, yo quiero erradicar los jíbaros de las calles de Colombia”.

El fiscal general Martínez también hace propuestas a partir de un anecdotario. Esto es de una rueda de prensa del 23 de mazo: “Vamos a tener que replantear el tema de la dosis personal, para que no se utilice como escudo de la delincuencia organizada para alegar que es el aprovisionamiento. Porque si son 20 papeletas, el comerciante, el malandrín de la droga, dice que son las de su semana, (...) si son 80 dice que son las del mes y si es una tonelada nos dice que son las del resto de su vida”.

Y es que sin duda el consumo y la venta de drogas ilícitas son una preocupación importante dentro del electorado presente (y futuro, en lo que se refiere al fiscal). Según la encuesta Bogotá Cómo Vamos, de la Cámara de Comercio, después del hurto a personas, que preocupa al 49 % de los encuestados, la venta de drogas y el homicidio común, las dos con 9 %, son las otras dos “modalidades delictivas” de mayor impacto en la opinión.

Pero tanto el fiscal general como quienes aspiran a llegar a la Presidencia, como Iván Duque, bajo la idea de que es necesario alejarse del populismo, tienen a la mano evidencia suficiente para saber que en Colombia, y a pesar de la figura de la dosis mínima, el problema no es la falta de capturas o condenas a personas por delitos de drogas. Todo lo contrario, por drogas es que se captura y judicializa a la mayoría de personas que entran al sistema penal colombiano, un sistema plagado de hacinamiento, y que hoy en día pone al país como el octavo que más encarcela gente en el mundo comparado a su población total.

Según el informe de Dejusticia Delitos de drogas y sobredosis carcelaria, el porcentaje de capturas por delitos de drogas entre el 2004 y el 2014 pasó del 23 % al 31 % del total de capturas hechas por la Policía Nacional. En el 2014, las capturas por drogas fueron el doble de las hechas por delitos como hurto.

En cuanto a la judicialización, la preocupación del fiscal, la tasa de condenas por el delito de tráfico y porte de drogas es altísima, de 64 %, frente a delitos más graves como el homicidio (47 %) o que involucran a eslabones más altos de la cadena del narcotráfico, como lavado de activos (11 %). En los últimos 15 años, la población carcelaria por delitos por drogas ha crecido un impresionante 289 %, más que en cualquier otro país de América Latina, a pesar de la jurisprudencia de las cortes para proteger de la judicialización a los consumidores de drogas.

Entonces, cuando personas inteligentes e informadas, adalides en contra del populismo, abren un debate público a partir de recorridos por barrios o anécdotas mentirosas (¡¿quién podría alegar que una tonelada de cualquier droga es una dosis de aprovisionamiento?!), para ampliar el poder judicial y policial ya desbocado contra los delitos de drogas, uno no puede sino preguntarse: ¿están mal informados? ¿Tienen información adicional que no han compartido con nosotros? ¿O están más preocupados por ganar votos a partir del miedo que generan los delitos de drogas en Colombia? Ay, los malandrines de la droga.

@danielpacheco

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