Publicidad

“Mami, hoy no quiero prender el computador”

Claudia Morales
09 de octubre de 2020 - 03:00 a. m.

“Me duelen mucho la cabeza y los ojos”, “tengo los brazos inflamados”, “me duele la espalda”, “las clases son muy aburridas”, “no estoy entendiendo nada”, “me estoy quedando dormida”, “mami, hoy no quiero prender el computador”.

Si estas frases les parecen familiares es porque seguramente tienen hijos e hijas tomando clases en el colegio virtual. Isabela, mi hija, tiene 11 años, está en sexto grado y entra a clases a las 8 a.m., tiene un descanso para almorzar de 12:15 a 1:15 p.m., y debe regresar al computador hasta las 3 p.m. Hay unas pausas activas de 10 minutos que generalmente no puede tomar porque debe adelantar aquello que no alcanzó a hacer durante las clases. Conclusión, pasa seis horas frente a una pantalla.

Isabela ha sido siempre una niña feliz y uno de sus mayores placeres era ir al colegio. Allí había sido una buena estudiante, compañera y amiga, sana y excelente deportista. Ahora, le duele pararse de la cama, ya no juega voleibol y las relaciones con sus amigas de siempre cambiaron. Y es que pasa algo que he observado cuando me quedo en casa atenta a lo que ocurre en la dinámica de las clases: los niños y niñas ya no se ríen. Podría ser un tema menor, pero para mí lo es todo: la risa es sinónimo de complicidad, de amistad, de confort y, por qué no, de buen aprendizaje.

Esto último, el aprendizaje, a pesar de los esfuerzos de los maestros y maestras, que no me canso de agradecer, también se afectó. No es lógico imponer un pénsum académico a través de la virtualidad tal cual como si estuvieran recibiendo clases presencialmente. Mi hija está aprendiendo muy poco, esa es otra conclusión.

Ante el desasosiego que me produce ver a Isabela en estas condiciones, pregunté en mi cuenta de Twitter cómo están haciendo otros colegios y recibí cerca de 200 respuestas geniales sobre horarios cortos y flexibles, compromisos individuales, dinámicas alegres y algo que me encantó: la confianza que entregan a los estudiantes y padres de familia para que varias exigencias académicas se cumplan sin la obligatoriedad de la conexión y en los tiempos que cada cual determine.

No me da el espacio para ahondar en otro asunto de mayor gravedad, tanto para los niños, niñas, adolescentes y adultos, provocado por el encierro y la incertidumbre, que es la muestra de síntomas sicológicos y/o siquiátricos. No es normal lo que nos está pasando y no estamos hablando suficiente sobre ello.

Escribo esta columna desde el Quindío, donde los casos de COVID-19 aumentan todos los días, donde hay una ausencia de autoridad en todos los niveles y donde muchos ciudadanos de aquí y de afuera retan cada día nuestra paciencia y aumentan el riesgo contra nuestra salud con su pésimo comportamiento ante la pandemia. Tengo que decirlo: en estas condiciones, es imposible que los colegios responsables asuman un regreso parcial a clases.

Este es un llamado a la comunidad educativa y a los padres de familia para que pensemos en alternativas que les devuelvan la alegría de estudiar a nuestros hijos e hijas, y para que provoquemos cambios urgentemente. Yo sí quisiera que Isabela entrara a sus clases virtuales con otra actitud y, sobre todo, que recuperara su entusiasmo por el conocimiento. Hago el llamado también en beneficio de los maestros y maestras que deben luchar con sus propias angustias, sus hijos y el reto de ser originales con sus clases.

La vida nos cambió y de nosotros depende hacerla más amable. Ojalá muy pronto no oyera más: “Mami, hoy no quiero prender el computador”.

* Periodista. @ClaMoralesM

 

hector(30389)09 de octubre de 2020 - 02:21 p. m.
Lo que algunos padres de familia no han querido entender es que aunque la educación por ahora sea virtual igual al que pagarle a los profesores porque igual deben preparar clases acorde con la diferentes materias y grados que tengan a cargo. En lo que si estoy muy de acuerdo es que ha faltado mucha creatividad para adelantar este modo de educación mas llevadera.
Atenas(06773)09 de octubre de 2020 - 02:04 p. m.
Y este compungido relato de madre adolorida ya es moneda corriente q' a todos nos resiente, y el desmadre q' en su tierra advierte no es inferior en lo q' por cuya causa, igual, toca a toda la gente. Mas en su queja en el olvido deja a los párvulos q' bajo la férula de Fecode, por quien su simpatía se advierte, a todos jode, y q' en su inocencia ni cuenta se dan q' por ellos nadie es conciente.
  • FerchoTR(61497)09 de octubre de 2020 - 03:32 p. m.
    este tipo reconoce desmadres por todos lados, siempre y cuando no le señalen a su mesias. Oh zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz, que sueño.
RAFAEL(19956)09 de octubre de 2020 - 10:49 a. m.
ESTOS SON COMENTARIOS COMPROBADOS , O SUPOSICIONES , DE UN SUPOSITORIO?
  • Megas Alexandros(2475)09 de octubre de 2020 - 02:23 p. m.
    Lo que está comprobado es que es usted un imbécil que ni decodificar sabe.
Usuario(51538)09 de octubre de 2020 - 10:33 a. m.
Pobres los niños y pobres los profes de esas instituciones privadas: se les complicó y multiplicó el trabajo. Diseñar y organizar clases por computador, de un momento a otro, no debió ser nada fácil para ellos.
Joaco(47584)09 de octubre de 2020 - 03:44 a. m.
Lo que hicieron muchos colegios privados-incluso de elite-fue trasladar el aula presencial al aula virtual, por eso el exabrupto de imponer a los estudiantes la permanencia de hasta 6 horas diarias conectados frente a una pantalla (algunos exigen que usen el uniforme), todo este régimen porque muchas familias amenazaron con no pagar las mensualidades si disminuían la intensidad de "aprendizajes"
Ver más comentarios
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar