¿Mandato para reformar el acuerdo de paz?

Rodrigo Uprimny
12 de agosto de 2018 - 05:00 a. m.

En mi última columna, sostuve que el gobierno Duque no debía empantanarse en una reforma del Acuerdo Final de Paz (AFP) pues sería una opción mala para el país; dije que debería, en cambio, buscar un consenso para introducir los ajustes necesarios a la implementación del AFP, lo cual le permitiría avanzar en su propósito de unir a los colombianos. La única objeción seria a mi planteamiento es que yo quería burlar la democracia pues Duque, al ganar la Presidencia, habría recibido un mandato popular para reformar el AFP.

Esa objeción es importante. Si la victoria de Duque implicara un mandato popular para reformar el AFP, estaríamos frente a una difícil tensión entre democracia y paz: la protección de la paz supondría asegurar la estabilidad del AFP, pero el respeto al mandato popular obligaría a modificarlo. Pero esa tensión no existe por cuanto las elecciones no comportaron ese mandato popular de reforma del AFP.

En los próximos días publicaré, junto con mi colega Alejandro Rodríguez de Dejusticia, un texto más sistemático desarrollando esa tesis, con base en mapas electorales y correlaciones estadísticas. En esta columna me limito a señalar el sentido básico del planteamiento.

La tesis del mandato popular de reforma al AFP es simple y aparentemente sólida. Duque defendió que el AFP debía ser reformado en puntos importantes y ganó claramente la segunda vuelta presidencial. Luego tendría ese mandato popular. Pero la cosa dista de ser así.

Es muy difícil establecer inequívocamente qué llevó a la gente a votar por un candidato, en especial en una segunda vuelta, pues sus motivaciones son múltiples. Esto ya hace dudar de la tesis de que la victoria de Duque es un mandato popular de reforma al AFP. Pero hay, además, evidencias sólidas que muestran que ese mandato no existe, si uno compara los resultados electorales de primera vuelta, segunda vuelta y del plebiscito.

El AFP no fue el único tema en la primera vuelta, pero fue central y alineó a los candidatos. Los votos sumados de quienes dijeron inequívocamente que implementarían el AFP (Fajardo, De la Calle y Petro) llegaron a 51 % de la votación. Este apoyo se eleva a 58 % con Vargas, quien expresó que sus reparos al AFP ya habían sido corregidos por la Corte Constitucional. En cambio, quienes anunciaron cambios al AFP (Duque y el pastor Trujillo) representaron 39 % de la votación. Si hubo algún mandato derivado de los resultados electorales fue entonces implementar el AFP.

Algunos objetarían que la segunda vuelta borró ese mandato y lo sustituyó por uno opuesto debido a la clara victoria de Duque: modificar el AFP. Pero eso supondría que en tres semanas, en donde no hubo debates entre los candidatos, la posición frente al AFP de 20 % del electorado cambió radicalmente, lo cual es poco probable. Además, existe una significativa correlación estadística, a nivel de votaciones municipales, entre el plebiscito y la primera vuelta presidencial, que refuerza la tesis de que la primera vuelta expresó un mandato popular de implementar el AFP. Por el contrario, la correlación entre la segunda vuelta y el plebiscito es débil, lo cual confirma que la victoria de Duque se debió a otros factores distintos a la paz, en especial al temor de parte del electorado de Fajardo, De la Calle o Vargas a lo que consideraban (creo que injustamente) el irresponsable populismo izquierdista de Petro.

Las elecciones presidenciales no implicaron entonces ningún mandato popular de reforma del AFP. Por el contrario, si esas elecciones pudieron implicar algún mandato, fue otro: implementar el AFP. Si Duque decide entonces intentar reformar el AFP, no puede invocar un inexistente mandato popular para justificar esa opción.

* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.

 

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