Manipulación de la moneda china

Hernán González Rodríguez
12 de octubre de 2018 - 00:00 a. m.

Como es sabido, la moneda china es el renminbi y se clasifica como una moneda política. Esto quiere decir que mientras, por ejemplo, el dólar estadounidense sube y baja su precio de acuerdo con la oferta y la demanda del mercado, el valor del renminbi lo fija el Banco del Pueblo de China, brazo del gobierno chino. Este banco hace parte de lo que se conoce como China S.A.

La moneda china ha sido y sigue siendo manipulada, o sea, ligeramente depreciada frente al dólar para elevar la competitividad de sus exportaciones. Mientras más y más renminbis les reintegren a los exportadores chinos por un dólar, tanto mejor.

Prueba de esta manipulación se ha presentado en los últimos meses para responder al incremento de las tarifas arancelarias del 10% que el presidente Trump les puso a las importaciones de productos chinos. Pues bien, China S.A. le respondió devaluando el renminbi el 7,6% contra el dólar para neutralizar las tarifas de Trump.

El diario Portafolio del 14 de septiembre pasado trajo un oportuno artículo titulado: “China puede acabar con la manipulación de divisas. Durante la década de los años 2000 —afirma Portafolio— Beijing manipuló el renminbi a una escala épica, pero en 2015 estaba vendiendo reservas extranjeras para frenar las salidas de capital y sostener su moneda”. En no pocos países, los superávits chinos causaron déficits y desaparición de empresas domésticas. Ojalá acabaran sus competencias desleales por medio de su moneda devaluada.

Y se pregunta Portafolio: “¿Podría China volver a la manipulación de la moneda a gran escala en el futuro? Parece poco probable. China es ahora una poderosa potencia económica, demasiado grande como para implementar fácilmente un tipo de cambio fijo. Hacerlo podría provocar una fuga de capitales; detener la fuga de capitales implicaría imponer nuevos controles de capital. La devaluación podría ser una forma tentadora de tomar represalias contra Trump, pero ya no beneficiaría a China a largo plazo”. Pero, sin embargo, devaluaron.

Olvidarse de las devaluaciones es clave para la industria colombiana, para los textiles, las confecciones, la marroquinería… Algunos empresarios de estos sectores me han manifestado que no menos del 20% de las ventas de sus sectores entre los consumidores colombianos se abastecen hoy con productos chinos. China figura como nuestro segundo socio comercial después de Estados Unidos con un déficit a su favor en 2017, según la DIAN, de US$6.300 millones.

La competencia destructora para Colombia provendría de que los productos que no pudieron ingresar a los Estados Unidos se desvíen a precios ínfimos hacia otros países como Colombia, que nos ingresan a precios de “dumping” o de contrabando con los dineros lavados del narcotráfico.          

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