Hablemos claro

Manos dulces

Iván Mejía Álvarez
04 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

Dicen que un gran equipo debe estar construido sobre la base de un gran portero que les permita dormir tranquilos a los compañeros, el cuerpo técnico y la afición.

No siempre ha sido así. El mejor equipo de la historia mundialista, el Brasil del 70, tenía en Félix un flojísimo cuidapalos que producía sacudones en el resto del equipo, sismos que se marcaban en la escala Richter. Pero la Alemania de Kahn y Neuer, el Casillas de España, el binomio Zoff-Buffon en la eterna Italia, parecieran confirmar el aserto de un buen portero para dormir tranquilos.

El Mundial de Rusia no encuentra todavía el gran portero, y los fallos de algunos especialistas dejan muchas preguntas sobre el verdadero nivel de una posición en la que vienen presentándose gravísimas fallas en los últimos meses. La Champions fue una sucesión de disparates entre Ulreich, el portero del Bayern Múnich, y por supuesto el inefable “manco de Kiev”, Karius, el golero de Liverpool, que nació sin manos, como se burlaron de él los satíricos “memistas”.

En estas tierras todavía se tiene a De Gea como un ejemplo de lo que es un arquero “regalado” y peligroso. Auténtica joya del Manchester de Mourinho, que lo considera el mejor del mundo, en la selección española tiene el pésimo registro de haber recibido poco más de siete disparos de los cuales seis terminaron en la red. Su pifia ante un disparo normal de Cristiano en el partido inaugural de España contra Portugal lo condenó, y a partir de allí todos sus registros son dislates.

Tampoco Courtois, otro de los favoritos de la crítica, parece estar en una posición dominante. Son goleros atajadores de los que corren el peligro de que un día se les venga encima el horizontal, sus prestaciones con los pies dejan mucho que desear y obligan a esquemas de cuatro defensores y a jugar cerca para evitar que la distancia entre líneas los obligue a salir y los deje en evidencia.

Alfredo Di Stéfano en su inmensa sabiduría definía así los porteros: “vi muchos arqueros, y los malos, cuando jugaban, eran tipos que estaban obsesionados con no hacer el ridículo. Los buenos son como reyes, nadie se atreve a discutirles y parecen mandar en todo y en todos con una simple mirada”.

Por eso, Löw, el técnico alemán, esperó durante un año a Neuer, su guardameta titular, a quien terminó encomendándole la puerta del campeón mundial por encima de una temporada sensacional de Ter Stegen en el Barcelona. Fue un mensaje claro de titular es titular. Lamentablemente para Löw, su arquero falló increíblemente el día de la definición ante Corea del Sur.

Esta vez no fueron manos de mantequilla sino pies vergonzantes y cabeza extraviada lo que condenó a Neuer, que se fue humillado.

Demasiados goles bobos, notables errores, arqueros que no se ven sólidos, que no venden seguridad, arqueros que no dejan dormir tranquilo.

El puesto de portero está en crisis. Por lo menos así parece hasta ahora.

 

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