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A marchar

Ana Milena Muñoz de Gaviria
06 de marzo de 2008 - 05:00 a. m.

Algo que comenzó como único en la historia de nuestro país, hoy se ha convertido en un tema de controversia. La marcha del 4 de febrero marcó un hito histórico en la movilización ciudadana, especialmente en un país que ha sido apático y que mal o bien se ha ido acostumbrando a la violencia y a la pasividad.

En ese momento la gente marchó por diferentes razones. La gran mayoría lo hizo por la liberación de los secuestrados y por la paz de nuestro país. Aunque aquellos que promovieron la marcha lo hicieron en contra de las Farc, otros marcharon contra Chávez porque se sienten chantajeados y amenazados por él. No faltaron los oportunistas que simplemente caminaron para apoyar a Uribe. Muchas razones permitieron que la marcha se hiciera; lo importante fue como tal la movilización y la expresión libre de millones de colombianos. Yo, por ejemplo, caminé contra la violencia en general, contra el secuestro y por la libertad de los secuestrados y la paz en Colombia.

Y considero que esta es la razón por la que debemos continuar marchando sin descanso. Debemos rechazar la violencia en todas sus formas, bien sea la política generada por la Farc, por los paramilitares o por las mismas Fuerzas Militares cuando presentan excesos; la violencia de las calles generada por la delincuencia común e igualmente la violencia doméstica, tantas veces silenciosa, pero de la que son víctimas muchas mujeres y niños de nuestro país; la intolerancia, que es sin duda una forma de violencia y que ha hecho que, por ejemplo, durante la pasada marcha se atacara de manera ignominiosa a personas como Piedad Córdoba.

La próxima expresión debe ser por la paz y no en contra de nadie; debemos seguir clamando por la liberación de los secuestrados y la consigna de esta marcha y de todas las marchas debe ser el respeto por la vida y la dignidad humana.

En este sentido se puede pensar que el hecho de que los promotores de estas iniciativas que han sido recogidas por la nación entera se dirijan a convocar las marchas contra las Farc o contra los paramilitares o los abusos de las fuerzas armadas es lo que determina las reacciones encontradas y cierta politización del fenómeno social que presenciamos. La lectura que efectivamente algunos pretenden darle al tema es que ir contra alguien implica estar a favor de otro y viceversa. No; la realidad es que este despertar nacional no puede echarse por la borda por interpretaciones maniqueístas que vuelven a generar divisiones en un pueblo ávido de consensos.

No le paremos tantas bolas entonces a tanto cuento infundado; marchemos una vez más, que la causa y los resultados obtenidos hasta el momento bien lo ameritan.

P.S.: Bienvenidos los secuestrados a la vida; bienvenido Luis Eduardo Géchem Turbay.

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