Notas al vuelo

Más allá de Rusia 2018

Gonzalo Silva Rivas
20 de junio de 2018 - 03:15 a. m.

Tras la larga soledad de la Guerra Fría y la posterior disolución, en 1991, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Rusia abrió sus puertas al turismo. Emprendió una ofensiva promocional exitosa en búsqueda de mercados geográficamente estratégicos y consiguió posicionarse en ellos, atrayendo puñados de viajeros. Hoy en día recibe más de 25 millones de visitantes y se trepa en las escalas de los destinos más buscados del planeta.

El potencial turístico de este país es directamente proporcional a sus dimensiones geográficas. La gama de alternativas es novedosa y exótica. Combina vibrantes metrópolis con interminables paisajes vírgenes cargados de una belleza singular aunque monótona. Su fascinante popurrí de poblaciones, situado en ese populoso supercontinente llamado Eurasia, marca el camino de un rosario de inusuales atractivos que se difunde hasta el desértico sudeste asiático o los confines del círculo polar ártico.

Rusia es una tierra de extremos. La tercera parte de su territorio se extiende por encima del Ártico; posee una mina de diamantes en Yakutia, su región más gélida, que supera en seis veces el tamaño de España; es refugio del Baikal, el lago más antiguo y profundo del planeta; cuenta con el ferrocarril Transiberiano que recorre 9.200 kilómetros de insondables parajes, y tiene en Moscú el mejor metro del mundo.

La mayor bocanada de turistas le llega de China, Japón, Corea del Sur y Tailandia, pero la cobertura crece desde los albores de la década, con su incursión en Europa, donde florecen exitosamente sus oficinas de promoción turística. España y Francia, además de ser sus principales referentes para el manejo y la organización de esta industria, son hoy también rentables mercados emisores.

El marco más representativo del turismo ruso está en su patrimonio milenario, anegado por una añosa y larga historia. Su propuesta se soporta en dos ejes articuladores, la bella capital Moscú y San Petersburgo, la hermosa Ventana hacia Europa, que se encadenan en circuitos circunvecinos con un sinfín de poblaciones arrolladoras, cargadas de encantos peculiares.

El Mundial de fútbol le ha permitido impulsar en los catálogos de viajes su deslumbrante atractivo turístico, desempolvando ciudades que la Perestroika de Gorbachov sacó de la estantería. Algunas de ellas, como Saransk, Kazán y Samara, las vistosas sedes en las que nuestra selección jugará la fase de grupos, conforman la primera ruta para los millares de entusiastas hinchas nacionales que se congregaron alrededor de esta gran fiesta deportiva.   

Saransk es una urbe diminuta —capital de la República de Mordovia—, la más pequeña en la que se jugarán los partidos, y donde ayer Colombia debutó saboreando un trago ligeramente amargo. Dista 650 kilómetros de Moscú, y apenas si supera los 300.000 habitantes, que comparten costumbres y lenguas húngaras y finlandesas. Se encumbra como centro deportivo, industrial y cultural, y el mayor atractivo está en sus monumentales iglesias, algunas construidas al estilo barroco moscovita, tan abundantes como las luminosas fuentes de agua que refrescan sus calles y evocadoras plazas.

Kazán, la capital de la República de Tararistán, es una ciudad pujante y emblemática, más antigua que Moscú. Recoge una cultura milenaria que le ha valido el sobrenombre de la Estambul del Volga. Sus noches iluminadas, con sus cúpulas y minaretes, la mimetizan con las estrellas, como postal sacada de Las mil y una noches, y su ubicación le permite divisar los entornos de Europa y Asia. No en vano fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y recorre camino para convertirse en el mayor centro europeo del mundo musulmán.

Por su parte, Samara, capital de la provincia que lleva su nombre, también se baña con las aguas del Volga. Es la séptima ciudad más grande de Rusia, fue su segunda sede de gobierno y es polo importante de desarrollo económico e industrial. Se le conoce como la Perla del Volga por su fascinante belleza arquitectónica, un plus que la convierte en centro turístico popular y concurrido dentro de la región. 

Rusia es una maravillosa caja de contrastes y sorpresas. Quienes no le apuntaron al Mundial para conocerla tienen suficientes opciones para hacerlo. Las agencias de viajes, incluyendo aquellas online como Despegar, encuentran en esta cita deportiva el mejor pretexto para alimentar el interés hacia un destino que vale la pena visitar al menos una vez en vida. Como las matrioshkas —esas tradicionales muñecas rusas que ocultan más muñecas en su interior—, este inexplorado país esconde un sinnúmero de sorpresas que va más allá de Rusia 2018.

gsilvarivas@gmail.com

@Gsilvar5

 

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