Más allá del conflicto

Nicolás Uribe Rueda
30 de junio de 2019 - 12:00 p. m.

La intensidad y el apasionamiento del debate político alrededor del proceso de paz con las Farc y sus implicaciones para el futuro de Colombia y sus instituciones han dado origen a una idea bastante difundida entre ciertos círculos de opinión y sectores sociales, que de forma incauta asumieron como cierto que la historia del país, al menos durante los últimos 60 años, es la misma cosa que la historia de sus conflictos violentos.

Con ocasión de esta aproximación simplista, no solo se han supuesto poderes sobrenaturales a la firma del Acuerdo de Paz con las Farc y se atribuyen alcances desproporcionados al clausulado expresado en sus 300 páginas, sino que también han quedado en la sombra los inmensos esfuerzos que se han realizado desde la academia, la política, la economía, la sociedad civil y el sector empresarial para que nuestro país supere enormes retos y dificultades durante las últimas décadas.

Ciertamente, la conflictividad y la violencia durante el último medio siglo resultan imposibles de ignorar, y su existencia inobjetable tiene y tendrá hacia el futuro múltiples secuelas para todos los colombianos, con particular incidencia en los territorios de mayor afectación y en las víctimas que padecieron y siguen padeciendo tantos maltratos. Sin embargo, es precisamente desde la institucionalidad y no con ocasión de la presión violenta, sino a pesar de ella, que Colombia ha logrado superar tantos desafíos y sigue avanzando en la ruta para mejorar la condición de vida de sus ciudadanos.

Por todo lo anterior, haciendo honor a la frase de Baltasar Gracián según la cual lo bueno, si breve, dos veces bueno, el Instituto de Ciencia Política ha publicado recientemente y con adecuado sentido de oportunidad, el documento titulado Colombia: una nación que trasciende el conflicto, de autoría de Patricia Pinzón de Lewin.

El texto, que se puede consultar virtualmente (https://bit.ly/31VKjit), llama la atención sobre los logros que en materia de institucionalidad democrática, economía, agricultura, salud y educación, entre otros, se vienen consolidado durante las últimas décadas a pesar del desafío violento de los actores armados. El documento da en el clavo con una reflexión que debería ser considerada con profundidad para la acción de gobierno y la elaboración de políticas públicas.

Monotemáticos alrededor de nuestras tipologías de violencia, olvidamos que Colombia tiene una profunda tradición civilista, que ha tenido transiciones políticas sin traumatismos, que ha desarrollado una sociedad civil constructiva y responsable que tiene para mostrar, entre otras cosas, la expulsión de la dictadura de Rojas, el impulso a una nueva Constitución y la defensa irrestricta de la libertad de prensa que ha superado toda clase de presiones y amenazas.

Entre otras cosas, Colombia ha tenido una estabilidad económica envidiable y gracias a su institucionalidad ha sabido gestionar las más profundas crisis económicas; el talento humano de los colombianos es sobresaliente, y a pesar de enormes retos en las diferentes áreas, sus instituciones, políticas, planes y programas son los responsables principales de grandes transformaciones económicas y sociales. Resultados por los cuales debemos sentirnos orgullosos hay por montones en este documento, cuya lectura refresca y recuerda nuestro verdadero talante resiliente, decente y entusiasta.

Colombia es, sin duda, una nación que trasciende el conflicto.

@NicolasUribe

 

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