Me despidieron después de denunciar que fui acosada por un compañero de trabajo

Por Laura*

Trabajé durante tres meses en una firma de abogados importante y reconocida. El pasado 28 de noviembre se terminó mi contrato después de denunciar que uno de los socios de la firma me acosó sexualmente.

Fueron días tormentosos para mí. En la tarde del 25 de noviembre estaba trabajando junto a Carlos*. De repente él comenzó a tocarme la cintura, manoseó mi espalda, me abrazó por detrás, y empezó a frotar su pene con mi cola. Mi reacción fue quedarme congelada y empezar a temblar, no podía creer que algo como eso me estuviera pasando a mí. 

Intenté convencerme de que quizás había malinterpretado las cosas, que solo eran muestras de cariño, que él me tenía afecto por ser la buena dependiente judicial, como siempre me decía.

Pero al día siguiente fue peor. También me manoseó la cola. En esta ocasión sí me corrí para evitarlo, pero aun así él volvió a ubicar las manos para tocarme la cola. Al final me abrazó por detrás y yo salí rápido de la oficina.

Entendí que no eran muestras de cariño y que, de serlo, yo no estaba consintiendo ese tipo de actos. Salí de la oficina, corrí hacia un parque que queda cerca y lloré desconsoladamente. Me sentía sucia, usada, frustrada e impotente. Ese día pasé la noche en vela, llorando y sintiéndome mal.

No tuve el valor suficiente para decirlo en su momento. Hasta que el 28 de noviembre vencí el miedo para contarle todo a mi jefe. Al decírselo entre lágrimas, él me respondió riendo: “¿Será que se enamoró de ti?”. Me sentí frustrada. No podía creer que aquello que me había dolido tanto, nunca antes había sufrido de acoso sexual, para él se tratara de un chiste.

Luego, decidieron hacer una junta donde mi jefe me sentó en frente de Carlos y me hizo narrar otra vez todo lo que él me había hecho. Me negué, pero al final me presionaron a hacerlo. Me tocó volver a contar todo. 

Él lo negó todo y además se dedicó a humillarme todo el tiempo. Me dijo que yo no le atraía como mujer; que habiendo ocupado cargos muy importantes pudo haber hecho lo que quisiera con las mujeres, y no lo hizo. Dijo además que mi trabajo era “bueno entre lo mediocre”, que era una mala persona. Sentí que dijo eso para herirme. 

Al final, Carlos le dijo al jefe: “O se va ella o me voy yo”. Y lo que resolvió el jefe fue despedirme esa misma tarde. Argumentaron su decisión diciendo que afectaba la imagen de la empresa que la dependiente judicial anduviera por ahí diciendo cosas que no son. 

Me despidieron aun sabiendo que mediante mi trabajo yo pago mi universidad. Al intentar poner la denuncia me exigieron pruebas y ciertamente una no anda con una cámara encima esperando el día en que será acosada. Nunca esperas que sucedan ese tipo de situaciones.

Análisis de Viviana Bohórquez de Las Igualadas 

Laura sufrió acoso sexual en su trabajo, y en respuesta recibió humillaciones, cuestionamientos y un despido sin justa causa. Su relato simboliza una cadena de arbitrariedades. 

Es paradójico que en una oficina de abogados no apliquen la legislación colombiana que obliga a tener un comité de convivencia que conozca las denuncias y así se logren garantizar los derechos de las víctimas. 

El acoso no es un chiste, no es amor, es una forma de violencia contra las mujeres. El único que debe ser sancionado es el acosador y todos los cómplices que no hicieron nada para proteger los derechos de Laura.

El lugar de trabajo ha sido por años el centro del abuso del poder y de violencia sexual, pero las mujeres estamos cansadas. Aunque la ley no ha cambiado en Colombia, cambiamos las mujeres que no vamos a soportar más acosadores en el trabajo. 

Esperemos que Laura logre justicia y todos los daños que sufrió sean reparados. 

* Los nombres fueron cambiados. 

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La ilustración fue realizada por La Ché, síguela en Instagram.